Inestabilidad y conflictos
Con la llamada ‘primavera árabe’ que ahora es apenas un eco de lo que en sus primeras manifestaciones se constituyó en movimiento de masas que logró derribar gobiernos de muchos años es ahora solo un referente del pasado reciente. Empezó en Túnez, se replicó en Egipto, en Libia. En estos países los gobernantes cayeron. Estas revoluciones multitudinarias apenas lograron el objetivo inicial: tumbar regímenes autoritarios que a pesar de su condición autocrática mantuvieron estabilidad local y en sus regiones. La etapa siguiente: consolidar gobiernos representativos y quizá con características democráticas ha sido más compleja. Ninguna de las naciones donde cayeron los mandatarios autócratas muestra avances en estabilidad política y gobiernos sólidos.
En Egipto hubo elecciones de Parlamento que fueron anuladas; luego presidenciales en las que ganó el representante de los Hermanos Musulmanes, quien posteriormente fue sacado del poder por el Ejército, hecho preso, y ahora afronta cargos. A su colectividad, los Hermanos Musulmanes, la señalan de hacer terrorismo.
En Libia no se ve una organización real en torno de objetivos de gobierno. Y así está pasando en las demás naciones en las que triunfaron los opositores de los respectivos regímenes.
La ‘primavera árabe’ se ha ido apagando. No obstante en Siria el conflicto continúa y no cesan los enfrentamientos entre fuerzas del Gobierno de Bashar al Assad y los rebeldes. El ‘arreglo’ que impulsó el Presidente de Rusia sobre el desmantelamiento del arsenal químico del país árabe le ha dado un respiro al mandatario sirio. Ahora quizá no puede usar armas químicas, pero esto no le impide utilizar las otras. Además es una guerra que afecta a los vecinos. Se suceden atentados como el reciente en el Líbano que causó la muerte de un dirigente libanés opuesto al Gobierno de Siria. Ya son nueve personajes influyentes contrarios al régimen de Damasco que han sido asesinados. Es indudable que la situación que se vive en Siria repercute en los países limítrofes, a los que llegan miles de refugiados. Y no se avizora que en breve plazo la oposición consiga avanzar y pueda dar al traste con el régimen de Assad.
En síntesis, puede decirse que el año finaliza con inestabilidad, guerras, tensión, protestas y anarquía en esta región del mundo. Se incluye a Turquía donde se intensifican las protestas contra el Gobierno del primer ministro Recep Tayyip Erdogan.