Otra vez la Universidad del Chocó es problema: no tiene doliente con músculo que le dé la mano. Por esto quiero hacer justicia a un personaje que logró hacer una revolución pedagógica para Colombia desde la Universidad del Chocó. Entre 1972 y 1973 fui promovido a director académico del Icfes (Instituto Colombiano Para El Fomento de la Educación Superior – legado genial de Octavio Arismendi Posada, como Ministro de Educación, centrado en la autonomía de las universidades) y a los pocos días supe que en el Chocó habían fundado una universidad con carreras “ridículas”: carnicería y transporte público… y vi esta “barbaridad” como oportunidad para mostrar mi autoridad -hacía poco había regresado de estudiar asuntos universitarios en Inglaterra- y envié un telegrama al rector fundador anunciando mi visita. Mi primera sorpresa fue que no había trasporte público en el aeropuerto para llegar a Quibdó, afortunadamente alguien me ofreció llevarme a la Universidad.
Llegué a una casa grande de dos pisos, vieja, de madera y llovía a cántaros. Al entrar me dirigieron a la rectoría, en el segundo piso, en donde un señor estaba dando clase parado encima del escritorio del rector, este me dijo que Chucho estaba en la cafetería. Atravesé un patio muy grande, y un señor, con una sonrisa cautivante, (de unos cuarenta años) me ofreció patacón pisado y pescado frito y me dijo que me estaba esperando, era el Rector. Estaba vestido con una camisa de seda elegante y tropical. Y después de unos minutos dijo, cordialmente: “yo sé a qué vienes, pero te pido que me oigas primero”.
- El Chocó tiene unos trescientos nativos graduados en diferentes universidades de Colombia, pero, solo tres de ellos hemos regresado para servirle al Chocó: uno es el que está dando clase en mi escritorio, otro es el que está en esa esquina con alumnos y yo. Mientras que aquí llegan unos antiqueños con un perro que venden como “perro cazador”, después ponen una mesa en cualquier calle y empiezan a comprar oro. A los dos o tres años se van muy, muy ricos (y ni siquiera los perros son cazadores).
- Mientras que en el Chocó no comemos carne porque nadie sabe algo de ganadería o de sacrificio de ganado, y usted ya vio que no tenemos transporte público por la misma razón. Pero sí tuviéramos programas de negocios, de derecho, de ingeniería… se irían del Chocó y nunca volverán. Si usted ve nuestros programas podrá confirmar su rigor, su pertinencia, su relevancia, para nuestra realidad geográfica. No existe en el mundo una región con más riquezas que El Chocó: dos mares, agua y altura capaz de generar energía eléctrica para todo Latinoamérica, oro hasta en las calles de Quibdó, su fauna y flora no tiene igual en el mundo... Mientras que la Chocó Pacific solo dejó pobreza, hambre, muerte, humillación, amargura, gracias al contrato leonino, irresponsable, del Gobierno Nacional. Las dragas, de esta compañía, pasaron “por donde les dio la gana”: pueblos, cementerios, carreteras. Abuso que a nadie le importaba. De cada diez niños que nacen siete se mueren.