Gabriel García Márquez, en una ocasión que con él compartí en su casa de El Pedregal de San Ángel, en la Ciudad de México, conversando acerca de la validez de la cultura azteca en ese país, con entusiasmo dijo: “Que vivan los indígenas” y a renglón seguido aludió a la lengua náhuatl, propia de la comunidad de los nahuas, habitantes de Puebla, tal vez la más numerosa de los grupos nativos de esa tierra arrasada por los españoles y luego por el imperio americano. Todo motivado por un recuerdo suyo, de su experiencia infantil con los wayuu, en Aracataca.
Y este recuerdo surge, ahora, con motivo de la celebración mañana del Día Nacional del Idioma de los indígenas, lengua ésta que cuando con ellos se comparte despierta indescriptible curiosidad, pues no todo de lo que expresan se comprende y únicamente queda el advertir sus gestos, estos es, el lenguaje no oral, kinésica, útil y necesario en la práctica sicoanalítica, pues suele ser más elocuente que el verbo real.
Visitar a los Ticunas en el Amazonas y a los Cunas en el Archipiélago de San Blas, en Panamá, y otras tribus más de mi pueblo, fue una práctica que estimuló el conocer comunidades originarias e ingenuas de este continente y descubrir antecedentes, fuentes de comprensión, del por qué este pueblo es lo que es. Pasando las comunidades indígenas del Chocó, los emberas y escuchando la historia de su conflicto con los Cunas, confirme que la guerra ha sido y será siempre un escándalo político originado por la economía, disfrazada de religión o ideología. La disputa totémica entre Tutruinca y Karagabi.
También, el derecho de pernada exigido en la comunidad de los coreguajes, en las playas del río Orteguaza, otra modalidad que hay que analizar a partir de las creencias míticas de la autoridad sexual del “patriarca”.
El sufrimiento del padre cuando la madre está a punto de parir, tal cual se acostumbra en la tribu de los ticunas en puerto Nariño, a la orilla del Amazonas, es una actitud de realismo mágico con la hembra, con la cual se comparte la responsabilidad familiar.
Estos detalles aquí descritos, conocidos personalmente, son raíces que hay que lingüísticamente interpretar para aprender a convivir con estas gentes que día a día desaparecen a consecuencia de la invasión que hace la “civilización” de la sociedad de consumo y masifica los pueblos nativos.
La ley de lenguas 1381 de 2010 desarrolla los principios constitucionales consagrados en los artículos 7, 8, 10 y, también dispone que el 21 de febrero, siempre, se realzará y promoverá el valor de la pluralidad lingüística y la diversidad cultural mediante la realización de actos y programas educativos a nivel nacional, en coordinación con las actividades propias del “Día Internacional de la Lengua Materna”. Es reivindicar la cultura perdida, los ancestros propios del pueblo invadido por los que desprecian a los indios. ¡Que vivan!