Posición | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Agosto de 2016

Es interesante comentar el aporte de Salomón Kalmanovitz, titulado “Las Instituciones Colombianas en el Siglo XX”,  en Desarrollo Económico y Social en Colombia. Siglo XXI (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2001) de Gabriel Misas Arango (editor) y comienza por su posición como economista. Favorece el capitalismo que propicia el desarrollo económico y es criticable respecto a inestabilidad e inequidad corregibles mediante controles; podría contemplarse la aproximación del capitalismo a la socialdemocracia, a lo cual se inclinaría una rama del partido liberal colombiano y, en todo caso, se simpatiza con modalidades alcanzadas en las naciones avanzadas y democráticas de Europa Occidental.

Kalmanovitz indica asuntos pendientes y se escogen los siguientes: 1) recuerda la antigua queja sobre el olvido de las altas cortes acerca de los efectos económicos de sus decisiones, 2) reforma agraria: parece existir consenso respecto a realizarla en las tierras bajo control antiguo de las Farc, suele criticarse su cese a través del pacto de Chicoral en la presidencia de Misael Pastrana Borrero; este tema vale la pena clarificarlo y precisar si, en su concepto, impulsó o no el malestar social y afectó o no el avance económico y político, 3) estima inconveniente la excesiva representación de los terratenientes en el Congreso, lo cual se traduce en peso rural desproporcionado e inequitativo en decisiones políticas y económicas, 4) siguen vigentes aspectos negativos en temas esenciales como salud, pensiones, equilibrio de poderes, “tiranía de los magistrados”, clientelismo, 5) evasión tributaria: según parece, de no existir no serían catastróficas las perspectivas y la eliminación de la corrupción, en general, sería positiva, 6) distribución del ingreso: la inequidad existente siempre ha permitido una mala ubicación de Colombia en las mediciones internacionales.

Llaman la atención sus observaciones respecto a la paz interna en nuestro país: sugería que la guerrilla acudiera a la política en vez de la guerra, compromiso de la clase política en el proceso y consecución de consensos sociales, todo lo cual  previó correctamente. Por último, planteaba la reforma de las fuerzas militares prevista hoy en el sentido de adaptarse al posconflicto y, así mismo, del Estado como consecuencia del mismo fenómeno y sería necesario volverlo más fuerte y estable, modificar el sistema de justicia y el de educación pero nunca  alterar la orientación capitalista, o sea, el denominado “modelo económico”.