“Su sindéresis y sensatez lo llevan al primer lugar”
Dos aspectos sobresalen en la fase final de la campaña a la alcaldía de Bogotá: la calidad de las candidaturas -con la lógica derivación de propuestas más técnicas que populistas- y, en términos generales, la altura del debate político lo cual ha mejorado los estándares de deliberación pública, salvo por algunos ataques oportunistas provenientes de “fans” políticos, tanto de izquierda como de derecha que en vez de debatir con ideas, atacan a las personas que apoyan a quienes favorecen las encuestas. Lo cierto es que hoy día no es fácil afirmar, que entre las propuestas de políticas a implementar u obras a realizar que han planteado las candidaturas, unas u otras sean más pertinentes, convenientes y/o viables.
Entonces para decidir el voto es mejor enfocar la mirada en las personas que se disputan el favor de la ciudadanía. Y esto porque el voto es -o debería ser- una manifestación de confianza hacia la persona por quien se vota, al valorarla como un(a) potencial buen gobernante, y en este sentido se puede afirmar que Carlos Fernando Galán lleva la delantera, ¿por qué?
En primer lugar, hay que decir que Galán ejerce la política acercándose bastante al “deber ser” de este arte-ciencia. No porque busque agradar a todo el mundo o porque sus posturas suelan ser “políticamente correctas” o “tibias”. Por el contrario, no solo al plantear sus propuestas o asumir sus posturas, sino a través del tiempo ha demostrado ser un hombre que con sus actitudes manifiesta coherencia, firmeza de carácter y prudencia en el buen sentido del término.
No es sino recordar que el año pasado, cuando Cambio Radical apoyó a Duque en la segunda vuelta, Galán renunció al Senado y al partido por considerar que continuar allí no era coherente con su visión de lo más conveniente para el país, y votó en blanco en la segunda vuelta. Pero antes, protagonizó una dura contraposición con el senador Álvaro Uribe porque, en un debate de control político sobre supuestos actos de corrupción en los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), Galán puso en duda la legalidad de la participación de los hijos de Uribe en un proyecto en Mosquera (Cundinamarca), ante lo cual, Uribe se salió de casillas amenazando con irse a los golpes, mientras que Galán lo enfrentó con mirada fija y serenidad.
Ahora bien, si coincidimos en que el mejor político no es quien más cargos públicos ocupa ni el que más alza la voz, sino quien más contribuye a desatar deseables procesos socio-políticos, es justo reconocer que en esta campaña Galán desató un proceso de aquello por lo que hace tiempo está clamando la sociedad: la despolarización. En efecto, cuando Claudia López lideraba las encuestas, el tono y contenido de los intercambios entre ella, Uribe T. y Morris tuvo considerables dosis de bajeza, pero esto cambió sensiblemente a partir del momento en que la gente valoró la sindéresis y sensatez de Galán, y lo empezó a colocar encabezando de las encuestas.