He tenido el propósito, como lo han notado mis amables lectores, de no ocuparme del asunto de Venezuela porque es muy difícil poder decir algo más de lo que ya se ha dicho. Pero llegado ya al final de esta etapa que no se sabe cómo terminará, creo que hay que expresar los puntos de vista porque lo que se avecina es una Constituyente elegida contra viento y marea, con la abstención de quienes han manifestado sus opiniones sobre la manera como se ha venido manejando el país; según la imagen y la medida del actual presidente no se puede esperar a que haya unas normas básicas de conducta para la sociedad venezolana que sea el producto de diferentes ideas y puntos de vista, fruto de discusiones juiciosas y desapasionadas. Por lo menos la mitad del país va a permanecer ajeno y protestando sobre lo que se discuta y decida en ese conciliábulo, si es que finalmente se reúne cuándo y dónde, lo que evidentemente no es bueno para la nación venezolana.
Buena parte del mundo estuvo pendiente y le dijo a Maduro en todos los tonos que suspendiera ese atropello a sus conciudadanos. No valió nada de lo que oyó pues tenía oídos sordos a todas las observaciones que se le hicieron. Bien habría podido aplazar estas elecciones para ocasión más propicia. Pero no, la tozudez no se lo permitió. Todos los países y organizaciones que se manifestaron no tuvieron, no tienen propósito diferente que el de estar de lado del pueblo venezolano, de todo. Nosotros los colombianos que somos sus vecinos próximos siempre hemos tenido discusiones fraternales que se han solucionado como tales. Nuestros vecinos siempre han sido acogidos en Colombia con afecto como lo hemos sido los colombianos que vamos a Venezuela. Ahora nos hemos empeñado en ofrecerles todo nuestro apoyo a todos aquellos hermanos que lo han solicitado en estas circunstancias que han considerado difíciles.
Con toda la buena voluntad hemos manifestado nuestra preocupación pero hemos encontrado oídos sordos. Con el riesgo de meternos en asuntos que no nos competen les hemos hecho reflexiones que consideramos valiosas, llenas de la mejor voluntad. El propósito gubernamental fue el de convocar una Asamblea Constituyente a toda costa, sin importar las consecuencias. Es decir éstas ya las tenían evaluadas. Lo cierto es que varios países amigos le han manifestado en los tonos que corresponden, que no reconocerán la Constitución por ser abiertamente contraria a las leyes y al pueblo que resulte de estas las reuniones de la Asamblea Constituyente. ¿Se puede continuar con las relaciones fraternales y amigas cuando se desconoce de antemano lo que va a resultar? Como dicen los muchachos escolares ante una tarea difícil y jugando al trompo: “póngame ese trompo en la uña.” A pesar de todo, los venezolanos siguen siendo nuestros amigos aunque el gobierno que los preside no lo sea.