Optimismo | El Nuevo Siglo
Lunes, 2 de Enero de 2023

Todo cambio de año se encuentra marcado por los balances en relación con el que termina, y las metas y propósitos para el nuevo calendario que comienza. Independientemente de las circunstancias de  cada quien, de las incertidumbres y dificultades que puedan vislumbrarse, de las insatisfacciones y  hasta fracasos que hayan podido darse,  el ingrediente que nunca deber faltar  en la alquimia de emociones, sentimientos y valores  que fluyen  por estos días, es el optimismo.

Vestido de fe para algunos, testarudez o incluso irresponsable ingenuidad, para otros, el optimismo nos brindará siempre la fuerza vital para resistir, pero también para emprender, el aliento para seguir adelante, la ilusión   y la confianza para avanzar, el afán por ver llegar el nuevo día, generar un nuevo comienzo, crear una nueva oportunidad.

El incesante barullo de las redes sociales inundadas de pequeñeces, aflicciones y vacíos, transmite, particularmente a nuestros jóvenes, inseguridades y angustias que es necesario combatir con dosis reforzadas de alegría, creatividad y visión de futuro. Así, por ejemplo, necesitamos para ellos una escuela y un medio universitario renovado  en el que puedan ver el porvenir sin fatalismos, en el  que tengan verdaderas vivencias compartidas y no estereotipos e imágenes distorsionadas de sí mismos, gestos solidarios basados en la interiorización de los principios humanistas  y en la existencia de  escenarios de construcción de ciudadanía,  en los que aprendan a crecer y a reinventarse  aun en medio de las crisis, pandemias, guerras  y limitaciones ligadas a ellas.

La ampliación de los ámbitos y oportunidades de conocimiento, de las experiencias posibles utilizando las herramientas de comunicación y de búsqueda existentes en dichas redes, resulta en esta lógica mucho más útil que la simple queja sobre sus imperfecciones y riesgos.  Así como es indispensable ser conscientes de que los discursos de miedo, las interpretaciones simplificadoras y dogmáticas,  y los relatos que ensombrecen y dramatizan las realidades que vivimos,  están teledirigidos por intereses  que debemos identificar y poner en evidencia.

No le hagamos el juego a los profesionales del pesimismo, a los que le apuestan al fracaso, a quienes solo presagian catástrofes para mejor vender su opaca visión del mundo, en el que únicamente existen alternativas y caminos si ellos son los protagonistas y se les reconoce su misión salvadora.

Apostémosle al entusiasmo, a las ganas de vivir, al humor y al gusto por compartir con los otros. Dejemos atrás el desánimo, el desinterés, la apatía. Necesitamos una sociedad viva, alerta, reflexiva y actuante, capaz de soñar, de ilusionarse.

¡Feliz 2023 para los amables lectores de esta columna!

@wzcsg