¿Es posible ganar las elecciones presidenciales en Colombia sólo con voto de opinión? Algunos candidatos, como Ingrid Betancourt, así lo creen. Lo sentenció a su coalición de la Esperanza, en cabeza de Alejandro Gaviria, durante el debate organizado por la revista Semana y El Tiempo. Les dio un ultimátum: “Llegamos únicamente con voto de opinión descontaminado o yo no hago parte de esta coalición”. Mientras Gaviria respondió de manera arrogante, Gustavo Petro, quien a juicio de la misma Ingrid “le vendió su alma al diablo”, sigue combinando las formas de lucha: opinión y maquinaria. Él campea en las encuestas, se presenta como el cambio, recibe a cualquiera y se debe estar frotando las manos después del espectáculo del martes.
Llevo horas tratando de discernir lo que nos dejó el primer debate presidencial. Impactante lo sucedido en el ring. Varios de los “reyes del pugilato” se exhibieron desnudos. Siguiendo los decodificadores modernos, intenté identificar que hay tras las emociones de desolación y desconcierto que experimenté como ciudadana. ¿Qué significa este sabor amargo que nos quedó en el alma tras el debate? También hubo excepciones como Óscar Iván Zuluaga, quien tuvo una actitud de respeto por las reglas de juego y de dignidad, al exigirle a Petro no seguir maltratando a Uribe y a su partido, Federico Gutiérrez quien controvirtió sin exaltarse y sin ofender y Francia Márquez, quien fijó posiciones.
Fue un ring de lucha libre donde se practicaron combates simultáneos. ¿De ángeles o demonios? Se visibilizaron vanidosos, auto referidos, como “superiores morales” que, a fuerza de exhibir su Yo “brillante”, opacaron hasta sus propias capacidades. Experimenté pena ajena. Se olvidaron de los electores, aunque decían hablar en su nombre. Pasaron a segundo plano los millones de colombianos heridos por la violencia, por la pandemia, sin recursos y en orfandad que claman por un líder en quien confiar.
Afloraron valiosas verdades compartidas como la expresada por Ingrid Betancourt sobre el proceso de paz con las Farc: “Yo no quiero que el Eln haga lo mismo que las Farc: “mamarnos gallo” para fortalecerse militarmente y poner más muertos”. Es la verdad más diáfana y contundente expresada por una víctima, amiga de Santos, sobre el proceso de paz. Es una lástima que la misma Ingrid, que hace gala de tanta lucidez en la mayoría de los casos, satanice y generalice como “malos” a todos los que no piensan integralmente como ella. Es atribuirle todos los males del político al elector.
Me pregunto: ¿Existe la pureza en la vida pública? En la narración bíblica Jesús les dijo a quienes le llevaron la mujer sorprendida en adulterio: “Quien esté libre de culpa que tire la primera piedra”. Ayer, a diferencia de la narración bíblica, se agarraron a pedradas.
Fue angustioso percibir, en vivo y en directo, que los candidatos y precandidatos no parecen darse cuenta que lo que está en juego en mucho más que su pedestal individual. Es la subsistencia misma de la democracia.
Surgen muchas preguntas, en esta nueva forma de buscar electores. Por ejemplo: ¿Seguirá creciendo el “ingeniero” que sólo grita contra los políticos corruptos y todo el discurso lo concentra en el costo de las obras civiles? ¿Qué tanto sobrevivirán las maquinarias electorales? ¿Para ganar ya no se necesita el debate de las ideas? ¿Quién garantiza la pureza de los electores?
Hay que salvar la democracia. Están demasiado distraídos en sí mismos.