Nos agobia la inseguridad | El Nuevo Siglo
Jueves, 28 de Enero de 2021

“El criminal peligroso es el criminal culto”

Gilbert Keith Chesterton

Como si fuera poco, a la zozobra que vive la humanidad por cuenta del coronavirus y la falta de vacunas, los colombianos estamos padeciendo, viviendo y sufriendo, por el derrame de sangre de nuestros conciudadanos, ocasionado por los violentos en el país.

Nos duele la desaparición de más de 52.000 colombianos, por el covid-19, entre ellos el ministro de la Defensa, Carlos Holmes Trujillo, un demócrata integral, que le prestó innumerables servicios al país desde diferentes cargos. Pero, eso también nos demuestra que estamos lejos de poder enfrentar esta pandemia desde el punto de vista médico, porque vemos y oímos con frecuencia las quejas de estos abnegados servidores de la sociedad, por la falta de elementos, medicinas, camas, máquinas de oxigenación y mucha cosa más que nunca les llegan a tiempo.

A causa de la pandemia muchas familias perdieron a sus seres queridos o amigos cercanos y han quedado desamparadas; otras quebradas por no poder abrir sus negocios a raíz de las restricciones, cuarentenas y toques de queda, y una economía en total recesión.   

Volviendo al tema del derramamiento de sangre en nuestro país del Sagrado Corazón de Jesús, tenemos que aceptar que hay ciudadanos con genes violentos, que todo lo solucionan con armas y a ellos se suman parte de los ciudadanos venezolanos que todos los días roba, atraca, asalta y asesina, lo cual nos conduce a aceptar que somos un país que ha perdido el rumbo sobre el respeto de la vida humana y de los derechos de los demás.

Existen estadísticas y razones primordiales para entender por qué los colombianos tenemos en nuestro país la tasa de criminalidad excepcionalmente alta, durante los últimos 20 años y se puede comprobar con las cifras sobre asesinatos en Colombia y en otros países.

Pero tranquilos, aun no estamos en guerra civil y Dios quiera que jamás lleguemos a esa situación, porque para el gobierno todas las masacres y asesinatos obedecen a ajustes de cuentas, a un simple lío de faldas o a enfrentamientos entre bandas criminales.

Entre todos debemos hacer ingentes esfuerzos, y si es necesario con ayuda internacional, para que por la vía diplomática, evitemos cualquier confrontación con el vecino país de Venezuela, dejemos de comprar armas -porque no vamos a pelear con nadie- y nos dediquemos a fortalecer el servicio de salud.

Las últimas masacres que han conmovido al país fueron las perpetradas contra cinco jóvenes que departían en un jacuzzi, en zona rural de Buga, y contra once jóvenes en Tumaco, cuyos cadáveres aun no aparecen, porque fueron arrojados al mar.

Los asesinatos contra líderes sociales, defensores del medio ambiente, líderes de restitución de tierras y líderes comunales, entre otros, son sistemáticos, programados y ejecutados con el mismo modus operandi.

Estos hechos, sumados a la inseguridad en las ciudades donde aumenta el homicidio y el atraco, consternan a la ciudadanía, especialmente porque no se ve la efectividad del Estado, para evitar estos actos de violencia.

Duele tanta sangre derramada.

lorenarubianof@gmail.com