“No hay enemigos a la derecha” | El Nuevo Siglo
Sábado, 24 de Junio de 2023

El título de está escrito es el mismo que le diera a uno de sus libros más vibrantes el dirigente nacionalista y conservador Silvio Villegas, en tiempos de turbulencia política. Lo mismo que el tema hoy tiene algunas coincidencias.

Por entonces, se disputaban en varias regiones del globo la extrema izquierda, con los centristas demoliberales y la extrema derecha el voto popular para llegar por la vía electoral al poder. En esa época el centro de poder del socialcomunismo estaba en Moscú. En Berlín y Roma, el nacionalsocialismo y el fascismo. En España, la derecha nacionalista en armas y en guerra civil, llegaba al poder. En Colombia y en otros países de la región como Argentina y Chile, la derecha cobraba gran fuerza y desfilaba en las calles contra el comunismo. Ese grupo nacionalista tenía a Manizales como punto de partida, contaba con personalidades del talento y la capacidad de convocatoria de Gilberto Álzate Avendaño, de Silvio Villegas, de Fernando Londoño y Londoño, todos excelentes escritores y oradores de honda cultura, así como otros jóvenes de valía, los que disuelto el partido siguieron siendo dirigentes prestantes del conservatismo.

Por entonces, el jefe máximo del conservatismo era Laureano Gómez, que estaba en una política centrista de llevar a su partido al poder por la vía democrática frente a la pretensión liberal de la revolución en marcha, para perpetuarse en el gobierno. Política que, Gómez, había trazado en el famoso libro El Cuadrilátero, donde condenaba a Hitler. Mussolini y Stalin, mostrándose como ferviente admirados de Gandhi, el libertador de la India, por la vía pacífica.

Los tiempos han cambiado. El sueño comunista se desvaneció en el fracaso económico, lo que precipita la caída de la Cortina de Hierro, en la Unión Soviética. Fenómeno que se repite en otras partes del mundo, como la famosa división de Alemania Occidental y Oriental, que mostraba en esa región de Europa el progreso de la democracia en el lado Occidental y la pobreza y retraso económico y social de la Alemania comunista. Algo que se le olvida al presidente Gustavo Petro, quien, en reciente visita a ese país y provocando el estupor del auditorio, negó la historia, los hechos facticos reconocidos mundialmente, así que protestó por la caída del muro de Berlín, al tiempo que mostró su nostalgia por la Alemania comunista. Uno de los asesores oficiales me explicó que hace parte del juego de tahúr que emplea el gobernante para desviar la atención sobre los escándalos que enlodan su gobierno.

Y lo evidente es que Gustavo Petro, con su discurso decimonónico del socialismo trasnochado y fracasado, logró treparse electoralmente al poder. Primero, llega a la Alcaldía de Bogotá, cuando varios candidatos jóvenes de las distintas facciones de los partidos se disputaban el poder local. Hace una Alcaldía cuestionada por los entuertos y escándalos, siendo descalificado por el Procurador Ordoñez, cuando sale del cargo y pone una demanda en el exterior, la que gana. Así, retorna a la política con más bríos. Lo mismo que en otras capitales del país, la izquierda gana las elecciones.

En esos momentos la derecha moderada y de diversa índole, parecía imbatible arropada en el neoliberalismo, desoyendo el testamento político de Álvaro Gómez, que propiciaba la planeación y una cierta intervención estatal para impulsar el desarrollo e inflamar la política social. Los excesos neoliberales y el abandono de la política social, con la creencia que el crecimiento económico resolvía por sí mismo los problemas, determinan que la pobreza crezca en la región, facilitando el avance de los demagogos y agitadores de izquierda, que han conducido a la involución política de nuestra región. Fenómeno que aquí cambia el mapa político regional, en contravía de lo que ocurre en las naciones más desarrolladas, en las que reverdece la derecha.

El dilema y retroceso político del gobierno es brutal, lo más posible por las medidas que propone en casi todos los campos, es que se contraiga la economía, se debilite Ecopetrol, se retiren varias empresas extranjeras, se vulnere el sistema de salud, se evaporen las pensiones a los trabajadores, mientras la grieta económica y el atraso aumentan, así como la violencia, conduciendo a los colombianos a una verdadera y ominosa catástrofe. En particular, cuando la derecha que marcha en las calles y que protesta contra el gobierno, irá dividida a las próximas elecciones, dando pie a un eventual triunfo de Petro, así sea minoría.