A este universal personaje lo conocí, casualmente, un 24 de diciembre cuando supuestamente todos estábamos dormidos, pero accidentalmente, a consecuencia de unas explosiones de voladores de pólvora me desperté precisamente cuando mi papá entraba a la habitación cargando muchos paquetes y los depositaba en la cama de cada uno de mis hermanos. Obviamente me hizo el dormido y observe que ocurría. Tenía ese año apenas 3 años y el episodio se me grabó en la memoria hasta el día de hoy y, naturalmente, las secuelas que de ahí en adelante fueron apareciendo alrededor de las leyendas y muchas conjeturas. No sé si por hipocresía o por respeto nunca conté lo que había presenciado y sostuve el secreto, silencio que constituyó un punto de partida en todas las versiones de Fe.
Lo cierto es que aun, todavía, al Niño Dios muchos regalos le pido y ahora, en estos días, le ruego que para el año que viene nos traiga un Secretario de Movilidad que no sea un recaudador de multas arbitrarias, sino un funcionario que entienda que la tarea que le compete es la de organizar el tránsito de vehículos de manera que los recorridos en la ciudad no sean una causa de la irritación de los chóferes que, para desahogarse, agraden a todo el que se les atraviese y les interrumpe su guía. Una solución inteligente es que los agentes de la policía en vez de estar elaborando comparendos se dediquen a corregir los trancones, muchos de los cuales son causados por colisiones que se registran oficialmente en más de una hora.
También, al Niño Dios le pido que la alcaldesa gobierne para hacer de la ciudad una amable localidad y no un espacio destinado a explotar las necesidades del pueblo promoviendo impuestos arbitrarios, decretados valiéndose de abusos de autoridad o seduciendo a sus cómplices concejales. Que entienda que la educación es una tarea pedagógica y no una fuente de burocracia, es una fórmula que sirve para construir una sociedad que respete el derecho ajeno no motivado por el miedo a la justicia, sino por razones de ética humana.
La educación no solamente la realizan los maestros, también le corresponde a los policías y no se prohíja con multas sino con la seducción que se obtiene valiéndose de la amonestación y la conminación y no con el fuete, pues no es cierto que la letra con sangre entra.