Las negociaciones con el Eln parecen destinadas a durar más allá del periodo presidencial de Juan Manuel Santos. El cabecilla del grupo guerrillero, ‘Gabino’, dijo que “no está” entre los “cálculos” de su banda concluir la negociación de paz “antes de las elecciones del 2018” y tiene sus razones. Su favorecedor, Venezuela, no tiene prisa en un acuerdo para no perder el apoyo, que, aunque últimamente menos explícito, le da Colombia. El régimen de Maduro tiene fuerte ascendiente sobre el Eln al que le ha dado, desde hace muchos años, su constante protección y asistencia. Como ha confirmado el jefe de los negociadores colombianos, Juan Camilo Restrepo, “los altos jerarcas del Eln viven protegidos en Venezuela”.
La instalación de la mesa de negociaciones en Quito se anunció en acto solemne en la Cancillería venezolana. Si Colombia se pone muy díscola, Maduro solivianta a ‘Gabino’ y le da los medios para ello. Hay otras razones. El control de la dirigencia elena sobre sus tropas no es completo. ‘Pablito’, quien controla un 60% de los 1.500 hombres del grupo y es quien más recursos aporta a esta guerrilla mediante las extorsiones y el secuestro, no ha estado muy de acuerdo con las negociaciones. Parte de los territorios que las Farc han despejado y que incluyen zonas cocaleras, son ahora controlados por sus combatientes. En el Chocó tienen alianzas con el Clan de los Usuga. Explotan la minería ilegal. “Se está(n) apoderando del contrabando” entre Colombia y Venezuela (J. C. Restrepo). Los alicientes para abandonar estos pingües negocios no son halagadores.
Nuestro Presidente quisiera también ser quien logra un acuerdo de paz con el Eln, aunque ya no con tanta prisa, por obvias razones, y la guerrilla quiere presionarlo para que haga concesiones. Una de las primeras fue respecto a los secuestros. Santos dijo que no se comenzaría a negociar en Quito mientras no cesaran los secuestros, las retenciones como prefiere decir nuestro Mindefensa, pero ‘Antonio García’, el segundo de ‘Gabino’, dijo que no harían secuestros “políticos” pero sí económicos pues necesitaban financiarse. Las negociaciones comenzaron y los secuestros “económicos” siguieron.
Otra concesión ha sido el permiso y patrocinio del Gobierno para que los cabecillas de las Farc, grupo que aún no ha entregado todas las armas, y los del Eln, en abierta rebelión, que todos los días embosca soldados, asesina policías, vuela oleoductos, todos con orden de detención, se reunieran en La Habana para concertarse, intercambiar informaciones, recibir asesoría sobre negociaciones. ¿No es esto extraordinario? La estrategia parece ser dilatar indefinidamente las negociaciones para ganar beneficios por cansancio, como lo hicieron las Farc y, mientras, causar el mayor daño posible para que el Gobierno se desespere y pague un mayor precio.