La Procuraduría de la Nación, organismo con pilas puestas contra la corrupción, un loable propósito que no se desconoce, sorprendió a más de cuatro al ordenar aplazamiento de la adjudicación del contrato para la instalación de los semáforos inteligentes en Bogotá.
La suspensión dejó dos días a los consorcios nacionales y extranjeros y al secretario de Movilidad de la capital, con su conducta profesional en tela de juicio, por la disposición del procurador Carrillo.
Y sorprendió, por cuanto argumentó falencias en términos de contratación del Distrito Capital con empresas privadas, así como en los trámites y términos económicos de la misma, fijados por el secretario de Movilidad, Pablo Bocarejo.
“No está la Procuraduría para poner palos en la rueda del desarrollo de obras”, dijo al rectificar el Procurador; eso es lo mínimo que se espera. Se observó apresuramiento o, sencillamente, mala asesoría.
No se desconoce que es función de la Procuraduría, en momentos en que el país está de pie para responder en favor de todo lo que sea anticorrupción.
La tercera sorpresa, para millones de personas en la capital, fue la corrección de su despacho autorizando, con esa diferencia de dos días, a la secretaría de Movilidad a otorgar la adjudicación, tras echar para atrás lo ordenado.
Así se desprenden conclusiones de una tarea apurada, bien para hacer todo limpio a la luz pública, o para entregar resultados oportunos, mostrando máximo control en manejo y destino de recursos de la capital.
Es lógico, una transacción de 235 mil millones de pesos, exige auditoría eficiente, en licitaciones de esta dimensión, con expertos en contrataciones entre estatales y particulares.
Y la temperatura subió, en la administración capitalina, porque un aplazamiento prolongado hubiese dejado a la ciudad en una demanda multimillonaria.
En este episodio es para no creer el respetable criterio de los técnicos –de Siemens- quienes observaron que el actual sistema semafórico de la ciudad aguanta 20 años más y que no es necesario cambiarlo.
Eso es pensar hacia atrás; como volver a la maquina Olivetti, al Fax o al teléfono de disco. La tecnología propuesta, digital con sensores, es para alcanzar funcionalidad ágil.
Así como se espera cumplimiento de la empresa adjudicada, también se requiere otro rigor en la ALO, autopista con diseño internacional para obras de último tramo en 2018.
Igual se espera auditoría acertada en contrato para adquirir buses con energía limpia para Transmilenio, preparada para el año que se inicia.
Todo impone desde ahora definir contenidos de contratación y términos de financiación, sin acelere y sin afán de la Procuraduría al autorizar; y claro, con ojo a calidad desde el gobierno Distrital.
La anticorrupción, buena, pero que sea sin exagerar suspicacia, pensando que todos son “vivos” y corruptos.