MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Lunes, 2 de Junio de 2014

NO PRONOSTICABLE EL PORVENIR

Los vice-candidatos

Peñalosa  no logró el umbral de votos y deberá correr con los gastos de su campaña. Su vice no ocultó su simpatía por el uribismo en contravía del candidato. Ella fue funcionaria de educación de ese gobierno cuya gestión fue evaluada como desastrosa por el test PISA,  que esa facción extremista pretendió endosar al actual Gobierno con éxito. Y su exposición se limitaba a repetir más o menos el estudio, ese sí serio de la U. de los Andes. Desde luego su aporte a esa campaña fue de crítica constructiva y otros de los perjudicados dicen que más bien fue labor de zapa con Z. de Zuluaga. Y de votos nada. Con un vocabulario de sexto de bachillerato y una hoja de vida con estudios en el exterior que no se compadece con su semi-mutismo en asuntos esenciales.

Vargas Lleras reforzó el centralismo y el tinte elitista del grupo de Santos con desastre electoral paradójicamente en la zona andina. En su favor dicen que su aporte es el trabajo realizado en ambas costas.  Que tuvieron una abstención electoral superior al 60%. Su apoyo inicial a la destitución del alcalde de Bogotá enemistó al Gobierno con 700 mil votantes que sintieron  les estaban robando el voto. Ese resentimiento predomino. Y es posible que persista  a pesar de la lucidez de Petro que se tragó el sapo con s. Y pidió sin éxito a sus seguidores apoyar lo menos peor de dos males. En política los votos no son endosables. Y esto para los que están haciendo sumas y restas con los votos de los terceros, la abstención y el voto en blanco.

Aída Avella es la exconstituyente de izquierda que sirve de puente entre la tendencia socialdemócrata y los  dinosaurios del Partido Comunista que pretenden taponar las ventanas comerciales de Colombia. Y negar los TLC. Ella mostró menos belicosidad que los partidarios de la derecha moderada y la extrema. Parecía una abuela benigna en una campaña  llevada a cabo con gran altura y decencia por la demócrata Clara López.

Carlos Holmes fue arrollado en el Valle por el vicepresidente Argelino Garzón. Le dieron sopa, seco y champú. En el discurso del triunfo de su candidato estaba parado rígido como si Garzón lo hubiera empalado vivo como lo hacía el buenazo de Vlad el empalador. Derrota tanto más dolorosa si se considera que él aspiraba hace unos meses no más, ser el candidato único de la extrema derecha. Por sí mismo no saldría de concejal de Cali.

 No es pronosticable el porvenir. Ni siquiera es seguro que el próximo Presidente sea leal al viudo del poder si es de la Z. Y habrá nueva descalificación. Y los sabios después de los hechos sabrán con holgura lo que ocurrió. Y los que votamos en blanco, los más perdidosos de todos, por lo menos no nos dejamos encajar en un previsible miedo entre dos desesperanzas.