El Gobierno tiene que ponerle la cara, con imaginación, audacia y prontitud, a la decante economía nacional.
De la misma forma que el Presidente Santos hizo tantos anuncios para lograr la firma del acuerdo de paz con las Farc, debería hacerlo para alcanzar la reactivación de la alicaída economía.
Es el momento más crítico desde que asumió hace casi siete años la jefatura del Estado. Su gestión no parece tener hoy enfoque social.
Distraídos por años en el proceso de reconciliación con la guerrilla, el Ejecutivo no previó ni esperó que a la economía, también, había que darle protagonismo.
Al mismo ritmo que se le dedica tiempo y prioridad al acuerdo con las Farc, a las repetidas y cansonas apariciones en televisión, el primer mandatario también debió acelerar el tren de la economía atendiendo todos los vagones sociales.
Algo más que ir a Washington a vender aguacates.
Las consecuencias de inclinar la balanza hacia lo político y la resolución del conflicto armado, eran de esperarse. Hoy, hay firma de paz sin reglamentación de lo pactado en el Congreso, en tanto que la economía anda maltrecha y en los hogares se acentúa la desconfianza.
No en vano al Presidente Santos le va tan mal en la medición de su popularidad. 79% de las gentes no lo aprueban y el 75% no ve bien a su equipo ministerial. Son cifras que coinciden con el flaco desempeño de la economía, venida de mal en peor este año.
Las cosas son reales: el consumo no mejora, el crédito sigue caro, la inversión no se mueve como en años anteriores, el comercio poco vende, la industria se defiende como puede, la finca raíz no es dinámica, las familias salen poco de compras, y lo peor, crece la desconfianza y la incertidumbre en los hogares.
Una golondrina no hace verano, es lo que podría aplicarse a la tarea que cumple el Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, quien parece ave solitaria en su intento por mantener a flote las finanzas, la disciplina fiscal y un moderado crecimiento en medio de un entorno interno difícil y un escenario global bien enrarecido.
Inaplazable impulsar locomotoras de producción industrial y exportadora. La máquina comercial del país hay que aceitarla nuevamente para que el aparato productivo nacional vuelva a ser dinámico y capaz de generar nuevos empleos.
Si la economía continúa con guarismos inferiores al 2% anual, la vamos a pasar mal. No serán buenas noticias para los desempleados.
La gran urgencia es generar puestos de trabajo, más de 2 millones.
Sólo será posible ampliar nómina en el sector privado si hay acciones audaces e inmediatas que le permitan a los empresarios de donde echar mano.
Vienen nuevas inversiones en infraestructura. Sin embargo, llevamos años en el mismo cuento. Danza de billones para carreteras, pero pocas obras se terminan, muy pocas se ponen en operación.
Se reaniman negocios e inversiones o se nos complica aún más el desempleo.