Prestar atención a la siderurgia
A comienzos de la semana pasada, se llevo a cabo en Chile la versión 53 del Congreso Latinoamericano del Acero, organizado por la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero), en donde se presentaron destacados expertos en nivel siderúrgico, minero y económico, además de representantes de las empresas más importantes del sector, provenientes de Estados Unidos, Alemania, Turquía, Hong Kong, China, entre otros.
Uno de los principales temas que se trataron en el marco del Congreso, y que al mismo tiempo es uno de los más preocupantes a escala regional, es el problema de la desindustrialización en América Latina. Este fenómeno no es exclusivo de Colombia; aspecto, que lejos de generar un alivio, refuerza la preocupación acerca de la transformación que están experimentando las economías latinoamericanas y su rezago en entender las tendencias que se vienen dando en la globalización, con la ausencia evidente de Colombia de las cadenas globales de producción.
Parece ser que los esfuerzos hechos por la mayoría de los países de la región en los 90 cuando pretendieron cambiar el enfoque económico hacia una mayor diversificación productiva para su inserción internacional ahora se ven minimizados, pues si bien no todos los países siguen siendo productores de bienes agrícolas, sus economías se están centrando en el sector minero-energético, tal como sucede a Colombia.
Lo que preocupa no es la explotación minero-energética per se, sino los efectos negativos que trae el hecho de que la actividad productiva de un país se concentre exclusivamente en dicho sector, efectos que ya han sido expuestos por la mayoría de los expertos en la materia, a pesar de que el Gobierno aún sostenga que Colombia no muestra síntomas de la tan conocida enfermedad holandesa.
En el caso específico del sector siderúrgico, (uno de los más importantes del sector industrial colombiano, porque genera el 17% del total del empleo industrial del país); desde la Coalición para la Promoción de la Industria Colombiana hemos recomendado evitar el detrimento de este sector debido a la entrada masiva de productos competidores provenientes de otros países (principalmente de México, Turquía y Trinidad y Tobago).
Insistimos en advertir los peligros para este y otros sectores manufactureros de la negociación de un Tratado de Libre Comercio con Turquía o con China, dadas las ventajas que tienen dichos países por el apoyo y subsidios estatales a la cadena siderúrgica-metalmecánica, así como a las manufacturas en general. La firma de TLC no puede ser una moda ni un objetivo en sí mismo. Debe responder a una estrategia de apertura de mercados en los cuales tengamos competitividad identificada para bienes y servicios de Colombia. Negociar a la ligera no solo aceleraría nuestro proceso de desindustrialización, sino que atentaría de manera grave contra el empleo de los colombianos. Desde la Coalición hemos alertado para que el Gobierno tome medidas que eviten la catástrofe industrial y del empleo industrial de calidad, con los cuales podemos competir a escala internacional de contar con las políticas nacionales adecuadas.
Nuestras instituciones gubernamentales deben además tener especial cuidado con la disminución drástica en la demanda mundial de hierro y acero, debida a la crisis económica global encabezada por Europa y el lento crecimiento en Estados Unidos, lo que implica un retraso en la construcción de edificaciones y obras públicas, por la disminución del gasto público.
Urge también prestar más atención al contrabando técnico en el sector y a los altos costos de la energía que le hacen perder competitividad. Las cifras positivas en la inversión extranjera responden a la confianza que genera el país pero no podemos abusar del buen impulso de los últimos años.