Marta L. Ramírez y sus firmas | El Nuevo Siglo
Sábado, 9 de Diciembre de 2017

La política ideal es a través de los partidos. Deberían ser éstos las riendas que conducen el poder y los que encauzan y organizan los intereses de las personas de cara a los gobernantes. Además, son los que les imponen unos límites orgánicos, doctrinales y éticos a sus miembros, sobre todo a la hora de ejercer el poder.

Pero cuando los Partidos no cumplen tan nobles propósitos, sino que se convierten en instituciones necesarias para mercadear dádivas, subsidios, contratos, puestos, votos, en fin, poder. ¿Qué hacer?

Obligada salida es permitir que quienes no comulgan con esas ejecutorias puedan acudir a un mecanismo, como el de la recolección de firmas, para poder presentar su candidatura. De manera que la candidatura por firmas no es el escenario natural de la política democrática, ni debería ser el normal en una democracia sería con candidatos serios y bien preparados, sino uno excepcional.

Quienes toman las firmas como vehículo perpetuo de sus candidaturas es porque no quieren comprometerse con un ideario político, esto es, con una cosmovisión y una perspectiva de Estado que ofrecerles a sus conciudadanos. O porque no tienen doctrina, o porque no quieren sujetarse a una o, porque solamente quieren obedecer a un programa coyuntural de gobierno o, porque sus mentes no les dan para más. En suma, porque son caudillistas.

Ese no es el caso de la Dra. Marta Lucía. Como conservadora alcanzó la tercera votación en las pasadas elecciones presidenciales, convirtiéndose en la conservadora más votada desde la época de Misael Pastrana Borrero.

Su talante, doctrina y programa no puede ser más conservador. Nunca democratacristiano, pero siempre conservador. Su lucha dentro del partido, precisamente para depurarlo, encauzarlo y corregirlo ha sido conocida y publicitada (hasta donde más se pudo); y su bandera contra la corrupción riñe con las maneras de muchos de los parlamentarios azules.

Prefiere a Churchill antes que a Cepeda; a Pastrana y Uribe antes que a Andrade y, por su trayectoria, no he dudado, yo sé, en llamarla la Margaret Thatcher colombiana, a pesar de que a Vladdo le llame la atención. (jeje)

Por eso se recibe con tanto regocijo la radicación de más de 2 millones de firmas para avalar una candidatura conservadora por fuera del Partido Conservador, quien siempre le ha dado la espalda, la ha mirado por encima del hombro y hasta le impidió llegar a la Presidencia de la República.

Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.

@rpombocajiao