POR UNA PAZ SIN IMPUNIDAD
La resistencia civil
“No se pretende desafiar al poder”
LA resistencia civil responde al ejercicio del derecho fundamental de participación política. Se entiende como un mecanismo de disentimiento pacífico, en Colombia constitucionalmente protegido, y consustancial a todo régimen democrático. Se caracteriza por la movilización ciudadana en contra de conductas, decisiones o acuerdos de naturaleza política que puedan afectar derechos fundamentales, y el normal funcionamiento de las instituciones. Su legitimidad depende de que se tramite con respeto al ordenamiento jurídico. Por ello, sorprenden las airadas reacciones de funcionarios públicos y dirigentes políticos ante la convocatoria del senador Uribe para hacer uso de esta expresión de desacuerdo con algunos contenidos de los acuerdos que se negocian en la Habana.
Estigmatizarla como instrumento de resistencia a la paz si que es delirante, porque además de que devela la estremecedora zozobra que aflige a los que avalan las concesiones consentidas en La Habana, pretende cortar de un tajo la posibilidad de hacer de la paz una realidad sostenible y duradera.
Son muchos los temores ciudadanos sobre el contenido del eventual acuerdo, suficientes para convocar el rechazo ciudadano. No habrá paz con impunidad para los responsables de delitos atroces, legitimados con elegibilidad política; no habrá paz sin erradicación del narcotráfico, que no se conseguirá haciendo del mismo un delito conexo al delito político; no habrá paz encumbrando el acuerdo a la categoría de acuerdo especial, que evidentemente no es, con la pretensión de convertir sus disposiciones en normas pétreas e inmodificables y sustraerlas a la refrendación popular; no habrá paz sembrando la geografía nacional de territorios autónomos de la guerrilla que amenacen la unidad nacional; no habrá paz convirtiendo a la mesa de La Habana en constituyente, poder que ni la Constitución ni el pueblo le han conferido; ni habrá paz sin reparación de las víctimas de una guerrilla que ni pide perdón ni sabe de arrepentimiento.
La resistencia civil es entonces por la paz, por los derechos a la verdad, la justicia y la reparación, por las garantías de no repetición, para que la violencia no vuelva a atormentar a la sociedad, ni las armas pretendan dirimir las diferencias políticas. No pretende desafiar al poder, sino convencerlo de que una paz mal hecha es el germen de nuevas violencias, que los colombianos ni merecemos, ni estamos dispuestos a soportar. Es la defensa del ordenamiento constitucional que pretende sustituirse por acuerdo entre las Farc y el Gobierno, y encarna un ejercicio de responsabilidad ciudadana sin la cual muy difícilmente sobreviviría nuestro régimen de libertades.