MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 15 de Octubre de 2014

Por las niñas y los niños

ES  de gran importancia que el Premio Nobel de la Paz haya sido para la joven paquistaní, Malala Yousafzai, de solo 17 años, y el indio, Kaliash Satyarthi, dos luchadores por los derechos de los niños. Esto le dará gran impulso a uno de los propósitos más importantes de la humanidad, la protección infantil. Proteger y educar a los niños es crear futuro, es sentar las bases para un mundo menos violentO, más justo y equitativo.

Mientras se fuerce a los niños a trabajar, muchas veces casi como esclavos, se les maltrate, se les abuse sexualmente, se les obligue a ir a la guerra, como sucede con los niños forzados a empuñar fusiles por las Farc en Colombia, y otros asesinos en algunos países africanos, no habrá equidad.

Mientras a las niñas se les niegue aun la educación más básica, como pretenden los talibanes en Afganistán y Pakistán; mientras se las obliga a casarse y a aceptar toda clase maltratos y vejaciones sexuales, no habrá equidad.

Según la ONU, más de 30 mil niñas son forzadas diariamente a casarse y a tener niños contra su voluntad. ¿Cómo puede esto ser posible en pleno siglo XXI? Mientras esto continúe, el mundo no habrá avanzado en su lucha por encontrar la igualdad y la justicia entre sexos. Niños y niñas maltratados y sin educación serán semillas de frustración, violencia, dolor y odio. ¿Entonces cómo será el futuro? De ahí la importancia del Premio Nobel 2014.

Malala y Kaliash han dedicado sus vidas a una lucha increíblemente difícil y peligrosa, yo diría heroica, al punto que sus vidas han sido amenazadas un sinnúmero de veces. Hombres imbuidos en costumbres y tradiciones, distorsionadas, absurdas y hasta malvadas, han pretendido a toda costa impedir su trabajo.

 Malala, hija de un maestro, comenzó a los 11 años a hacer campaña para que a las niñas de su región se les permitiera asistir a la escuela, igual que a los varoncitos. Esto enfureció de tal manera a los talibanes que pretendieron acabar con su vida pegándole un tiro en la cabeza cuando iba en un bus. Malala sobrevivió al atentado y, al contrario de acobardarse o esconderse, llevó su lucha a nivel mundial. Dando muestra de incomparable tesón e inteligencia, la hemos visto hablar ante las organizaciones más importantes del mundo, inclusive la ONU, con la mayor sencillez y humildad. ¡Qué ejemplo para los líderes y los países tan cobardes en la defensa de las niñas! ¡Qué ejemplo para la juventud!

Kaliash ha centrado su lucha en la defensa de los niños utilizados como esclavos, en el campo, las fábricas, talleres y comercio, muchas veces aun por sus mismos familiares. Su fundación ha rescatado 80 mil niños, rehabilitándolos con educación. Kaliash se lamenta de que en el mundo haya aun 160 millones de niños trabajadores: "El crecimiento y la economía de mercado no pueden prosperar de la mano de la esclavitud y el tráfico infantil”.

¡Bien por la Academia! Este año se lució por los niños y las niñas. Ojala este Premio lleve a una mayor conciencia mundial sobre el problema.