¿Quién espía a quién?
Se ha formado un escándalo de la “madona” con todo el espionaje descubierto en las últimas semanas, el cual confirma algo bien sabido desde siempre, todo el mundo espía a todo el mundo, algo que siempre ha sucedido y continuará sucediendo, como lo prueba la historia.
Sucede que un tal Eduardo Snowden, exempleado de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos, entregó información a los medios sobre el espionaje efectuando por ese país, para recopilar datos de personas obtenidos de las redes sociales, como Facebook o Twiter, dizque por motivos de seguridad; pocos días después, el Gobierno británico reconoció que, en el 2009, durante la reunión de los países del G20, “pinchó” los teléfonos y los computadores de los asistentes, aun los de sus aliados, para obtener información que les diera una ventaja comercial.
Todo este espionaje me parece espantoso, pero no me sorprende. ¿Por qué me va a sorprender? Si bien sabemos que todos somos espiados permanentemente. Hoy, cámaras nos filman en todas parte, en los aeropuerto, estaciones de tren y bus, bancos, edificios, colegios, universidades, en los semáforos, en las esquinas, en absolutamente todas partes. Filman y registran a qué horas pasamos, por dónde, qué hacíamos y con quién. Sistemas de localización, como Google Maps, pueden mostrar detalles de nuestra vivienda privada. Las tarjetas de crédito utilizan y venden la información de lo que compramos, qué, cuándo, cuánto. El récord de nuestras llamadas telefónicas es de fácil acceso y también lo es toda la información que tenemos almacenada en nuestros computadores.
Recientemente leí sobre algunos almacenes que espían a sus clientes poniendo cámaras en los ojos de sus maniquíes, dicen que desean tener datos de sus compradores para poder satisfacerlos mejor. ¿En serio?
También conozco familias que tienen cámaras ocultas para espiar a las niñeras de sus hijos y poder estar seguros de que los están tratando bien. ¿Quién puede juzgarlas?
El espionaje es tan antiguo como la prostitución. Ya las tribus prehistóricas estaban mandando espías a mirar qué hacían las tribus vecinas. También es cierto que, en esta era cibernética, la tecnología ha vuelto mucho más fácil espiar.
Claro, hay que hacer escándalo para tratar de limitar la intromisión de los gobiernos y las corporaciones en nuestras vidas, en nuestra privacidad, sin nuestra autorización. Pero muchas veces nosotros mismos damos demasiada información, como cuando ponemos datos en las redes sociales, llenamos encuestas, compramos con una tarjeta de crédito, abrimos cuentas bancarias.
Así que, no nos hagamos ilusiones, la era del “Gran Hermano” llegó, estamos siendo espiados a cada momento, nuestra información está ya archivada en muchas agencias de datos que la comparten con otras y otras. Hace tiempos que la privacidad se acabó, él que no lo crea así, es un inocente, o un imbécil.
Si quiere mantener su vida en privado, no salga de su casa, no utilice su teléfono, ni su computador, no viaje, no compre nada, no coma, no se enferme, no vote. ¡Le deseo éxito en su inútil empeño!