Lorena Rubiano Fajardo | El Nuevo Siglo
Lunes, 6 de Abril de 2015

Bogotá insegura

Epígrafe

“Cualquier sociedad que renuncie a un poco de libertad para ganar un poco de seguridad, no merece ninguna de las dos cosas”.

Benjamín Franklin

<BODY TEXT>DEFINITIVAMENTE  nuestra capital está en manos del hampa. La seguridad se les salió de las manos a las autoridades y a nosotros los ciudadanos por complacientes, por no protestar y por no ser solidarios. Por ejemplo, en el centro de la ciudad, cada minuto,  roban en frente de  todos, en nuestras narices, y no sé por qué jamás aparece un policía. Los he visto sí, de turismo por las calles, paseando, chateando o charlando, pero sin ponerle inteligencia e interés por vigilar y capturar a los delincuentes.

Por tercera vez en una semana, varios jóvenes con armas cortopunzantes, en aparente complicidad con los conductores de vehículos de servicio público,  atracaron a los pasajeros. Y es siempre en el mismo sector, entre  la Avenida Jiménez y la 26 por la carrera décima, los conductores abren las puertas para que se suban y no les abren a los pasajeros que gritaban para salir por la otra puerta, facilitando el atraco y cuando los sujetos se bajan, aceleran, para su huida.

No soy experta en seguridad, pero el sentido común me dice que es obvio, muy obvio que si los ladrones ven uniformados,  pues no asaltan, pero apenas se van lo hacen, de manera que deben designarse policías de civil al transporte público  para que puedan sorprender a los delincuentes.

Y qué no decir del resto de la ciudad, asaltos  a los estudiantes, atracos a los supermercados, almacenes de barrios, en la calle, vehículos, saqueo a edificios, y creo que no es falta de personal, es falta de decisión y de astucia, malicia boyacense, para enfrentar esta delincuencia que cada día aumenta su accionar en la ciudad.

Es seguro que mañana nos respondan con estadísticas, de que ha rebajado el atraco, los delitos etc., pero la percepción ciudadana en cuanto a la seguridad, es que estamos en manos de la delincuencia y, lo más grave, la mayoría son jóvenes, menores de edad, que no miden las consecuencias de sus acciones. Hieren o matan por cualquier cosa, son de sangre fría, preparados por profesionales y enseguida están los reducidores, los que compran lo robado para que ellos regresen a sus andanzas. 

La ciudad se está volviendo inviable, insegura, insoportable, ingobernable, intranquila e invivible.

lorenarubianof@gmail.com