Lionel Moreno Guerrero | El Nuevo Siglo
Viernes, 15 de Abril de 2016

EXCUSAS Y MÁS EXCUSAS

Paramilitares o bacrim

 

LA guerrilla quiere resucitar la noción del mal llamado paramilitarismo, y tanto las Farc como el Eln afirman que su subsistencia dificulta las conversaciones de paz. Iván Márquez dice que crecen las manifestaciones de paramilitarismo el que “es una amenaza letal contra la paz y la democracia" y el Eln hizo incluir en su agenda de negociaciones con el Gobierno, como tema específico, “el desmonte del paramilitarismo.” Pero si los tales paramilitares ya se desmovilizaron y sus cabecillas se encuentran en cárceles colombianas o extraditados a los Estados Unidos (y prisioneros) puede uno preguntarse por qué los guerrilleros quieren resucitarlos. La explicación clara la dio el Ministro de Defensa Villegas, para enojo de la dirigencia fariana: el paramilitarismo "es un fantasma inventado por las Farc para dilatar" la firma de un acuerdo de paz. Y los medios de comunicación, sin darse cuenta, contribuyen a la propaganda guerrillera, llamando a las bandas criminales “herederas de los paramilitares”.

 

Como sabemos, los grupos antiguerrilleros nacieron como autodefensas contra la subversión ante la pasividad del Estado y en algunos casos, escasos, contaron con complicidades de la parte de unos pocos mandos militares, frustrados por dicha inactividad. Pero el poder de las armas es terriblemente corruptor y muy pronto esos grupos se criminalizaron, crecieron e, inclusive, obtuvieron apoyo de políticos inmorales, que, desafortunadamente no son raros entre nosotros. Llegaron a contar unos 31.000 hombres, muchos más que las Farc y el Eln juntos. Pero el Gobierno las doblegó, entregaron sus armas y los cabecillas, como se mencionó, están tras las rejas. Algunos de los que no se desmovilizaron prefirieron continuar por la senda del delito, más remunerativa que la vida pacífica, y se unieron a bandas criminales, las llamadas bacrim. En esto se basan las guerrillas para afirmar que esas bandas son “paramilitares”, es decir, que cuentan con el apoyo oficial y que deben ser acabadas antes de que ellos firmen un acuerdo de paz. No mencionan que no pocos desertores de la guerrilla también ya se unieron a las bacrim.

 

Indudablemente el Gobierno tiene que combatir la delincuencia con todos sus medios al alcance y así lo está haciendo, inclusive con mucho mayor vigor a con el que combaten a los guerrilleros, pero el que subsistan no es excusa para dilatar un acuerdo de paz. La guerrilla quiere acabar con las bacrim porque estas les disputan el narcotráfico, en particular las rutas hacia el mar y las extorsiones a los cultivadores, negocios que, sin duda, quieren conservar, al tiempo que como dijo el Mindefensa, les da una excusa para no entregar las armas y dilatar unas negociaciones que les permiten fortalecerse y obtener ventajas en La Habana ante un Gobierno presuroso por un acuerdo.