Delincuencia in crescendo
La revista The Economist en su última edición analiza el descenso, en los últimos años, de la criminalidad en los países desarrollados, aun en esta época de desempleo y graves problemas económicos. En los grandes centros urbanos de Estados Unidos los crímenes violentos han descendido 64% desde 1990, en Estonia la disminución ha sido cercana al 70% y en Francia del 30%. Entre tanto en nuestros países se han incrementado y para constatarlo basta leer la prensa diaria. Las razones para el descenso en los países ricos son muchas y variadas. Una es el envejecimiento de la población. La proporción de jóvenes, grupo que agrupa la mayoría de los delincuentes, disminuyó al terminar la explosión demográfica posterior a la segunda Guerra Mundial. Otra razón es la legalización del aborto y la diseminación de métodos anticonceptivos que ha reducido los nacimientos en los sectores de menores ingresos, sectores donde se genera una alta proporción de delincuentes. También que el encarcelamiento de un mayor número de infractores redujo el volumen de criminales en las calles y con sistemas policiales más efectivos, análisis de ADN y otras técnicas, las probabilidades de identificación y captura son mayores (como se comprobó con el asesinato, hace poco en Bogotá, de un agente de la DEA) y han probado ser un gran disuasivo. Igualmente han influido, en los países mencionados, la disminución del consumo de drogas y alcohol, el incremento de jóvenes que acceden a la educación superior y la elevación de ingresos que hace que muchos artículos (televisores, celulares, etc.) pierdan valor entre los reducidores.
En Colombia pareciera que la criminalidad, en lugar de disminuir, se incrementa. De un lado, nuestras estadísticas no son muy confiables y de otro, una gran proporción de delitos no son denunciados pues los ciudadanos consideran que hacerlo es someterse a trámites molestos que no dan lugar a seguimiento alguno de parte de las autoridades, más aún cuando la misma Fiscalía General propone archivar las investigaciones por delitos menores poco tiempo después de denunciados si no hay serios indicios sobre los culpables. Los factores vistos para los países ricos no son similares para los nuestros. Nuestro crecimiento demográfico incrementa la proporción de jóvenes, el consumo de alcohol y drogas aumenta, la educación sigue siendo un privilegio, las medidas anticonceptivas no calan en el campo y las mejoras en el ingreso son pocas. Añádase a esto las deficiencias de la administración de justicia, con demoras que conducen a la prescripción de investigaciones y procesos y a fallos judiciales que no ven delitos en muchas acciones criminales. Falta mucho por hacer en la lucha contra el delito, causa importante en el subdesarrollo, y todos tenemos que presionar al Gobierno y a los jueces para que dejen de politiquear y ataquen de raíz esta lacra social.