El Amor, como lo comprendo hoy, es ante todo una fuerza. De ella proviene todo y desde ella podemos florecer, dar frutos y evolucionar.
En muchos imaginarios de distintas culturas aún se cree que lo amoroso es sinónimo de debilidad, tal vez porque se quedaron anclados en el romanticismo que ha limitado el amor a sentimientos lindos y a emociones bonitas que se relacionan con la ternura, la delicadeza y el abrazo. Por supuesto, todo ello está incluido en el Amor, pues de él se deriva cada aspecto de la existencia. Ese amor, romántico, lo escribo con a minúscula. El Amor como fuerza universal, lo escribo con mayúscula, pues es el sostén de la existencia, el orden implícito del cual nos habla David Bohm desde la física cuántica. En efecto, ese tejido amoroso es el que permite en todas las dimensiones la emergencia de la vida.
Ese Amor se refleja en el amor, que puede ser tanto tierno como fuerte, que no son cualidades excluyentes. Por el contrario, son buenos complementos para establecer relaciones sanas, con nosotros mismos y los demás. Necesitamos aprender a expresarnos el amor a nosotros mismos, con actos tiernos de autocuidado, compasión e incondicionalidad, a la vez que también precisamos ponernos límites a nosotros mismos, para dejar de lado la auto-complacencia que nos lleva a ser permisivos, pero no eficientes con relación a nuestras misiones vitales. Sin límites la existencia, al menos la que conocemos, no sería posible: las células necesitan membrana; nuestros cuerpos, piel; nuestras emociones, contención. Los límites son manifestación de la fuerza del amor a través de la cual nos abrazamos y cuidamos.
Poner límites requiere tanto auto-observación como decisión. La auto-observación hace referencia a la capacidad para reconocer lo que nos está ocurriendo, qué situaciones nos están desbordando. La decisión apunta a tener la firmeza para establecer un alto. Por ejemplo, observamos que el consumo de harinas nos está engordando y sabemos que nos encantan los pasteles; decisión es no ser permisivos y limitar la ingesta de lo que nos engorda. ¿Qué límites necesitas ponerte en tu vida?
La auto-observación y la decisión también aplican para colocar límites a otras personas: observar qué de su comportamiento nos hace daño, nos vulnera, para luego tener la valentía de decir “hasta aquí”. El límite hacia otros es amoroso tanto con nosotros mismos, como con ellos. Sí, a muchas personas no les gusta que las acoten y sostienen que la vida no tiene límites; pero, sabemos que ello es imposible. ¿Qué límites requieres poner a otras personas?
Establecer límites es un acto de honra, con nosotros mismos y con los demás. Cuando ocupamos amorosamente nuestro lugar podemos dárselo a los otros. IG: @edoxvargas