Razones de humanismo debían mover a todos los miembros del Comité nacional a asumir la decisión de no alargar más este paro y darle avance a la mesa de negociación. Frases como “exploratorio”, “reunión para un primer punto” o reunión de coordinación no es tono adecuado frente a la tragedia que ha vivido el país desde el inicio de las protestas, que están por cumplir tres semanas, y un país que además pasa por un sistema hospitalario en tremendas dificultades para atender la emergencia del covid-19. Esa situación que cuidamos que llegara, por casi año y medio, aun a costa de nuestras mínimas libertades.
Un paro indefinido es igual a decir agoten la paciencia y es no conmoverse ante el incendio del país. La negociación hace rato comenzó y no se ha dado el paso a retirar el paro. El país no puede seguir en el encierro de sus libertades, esa es la primera proclama social.
Ese primer punto, de traba al levantamiento del paro, que se aduce como garantías para el libre ejercicio de las protestas, súmenlo a la reforma que se adelanta en el Congreso, que pone en detalle las medidas ya previstas en la ley y la Constitución, entre otras, la importancia del diálogo eficaz, rápido, concreto, con seguimiento y finito.
La conclusión que da un caminero a un periodista a la entrada de Bogotá, que señaló en informe El Nuevo Siglo, es la clara síntesis de vivencia de muchos: “Esta vaina está prendida”… Me tocó perder la mitad de la carga porque se empezó a dañar y la otra la alcancé a regalar…Llevó diez días sin ganar un solo peso, solo gastando, con el carro aquí parado y la mujer pidiendo que le gire porque el mercado está por las nubes…No entro a Bogotá porque me puedo quedar encerrado pero tampoco me van a dar carga, porque nadie está despachando…Tampoco me puedo devolver para los Llanos porque la vía la cierran cada rato los manifestantes de aquí o allá…Y lo peor es que el dueño del camión ya me dijo que si nosotros nos vamos a paro, me toca atravesar el carro”, relató el conductor entre resignado y furioso”.
Es esta una angustia, distinta a la de los manifestantes, que vive la Colombia entera, incluso sus mismas familias. Esto sin contar el temor por el vandalismo, el desorden, la destrucción, el covid e incluso a la pérdida de la vida.
El padre Rafael de Brigard en su reciente columna “Nuestro escaso sentido práctico”, pone de manifiesto cómo nos quedamos sentados en las palabras o arraigados a nuestros nichos: “vivimos como refugiados en ellas y todos los días nos inventamos nuevas para ocultar las heridas que nos lastiman de tiempo atrás. Hasta los mismos revolucionarios están atrapados por su propio diccionario. Ningún sentido práctico”.
La situación es apremiante, nuestras elementales libertades han sido coartadas. Ustedes, al contrario, han tenido la libertad para la protesta, aún en circunstancias muy difíciles. Como responsables de la convocatoria tienen todas las facultades para levantar el paro.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI
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