En Semana Santa, en medio de un lluvioso invierno y del triduo pascual -jueves, viernes y sábado santos, como preparación cristiana para el domingo de Pascua- viene a ser un placer disfrutar del altiplano cundiboyacense. No obstante, decía mi sobrino, en las calles de sus municipios, llenas de población joven, apenas se veía a uno que otro viejo, o adulto mayor como se dice ahora, con su ruana de lana virgen y sombrero.
Pareciera que las chaquetas de todos los colores, rellenas de plumas o fibras sintéticas, que suelen ser térmicas e impermeables y las cachuchas o gorras terminaron por llevar la parada y darle, literalmente, un plumazo al uso tradicional de la ruana.
Era común, hasta no hace mucho, salir en ruana a Misa, en los distintos municipios de la Región Andina y de Nariño, e incluso en Bogotá. Era entonces una prenda ideal para el abrigo a la hora de las onces, a las seis de la tarde y por supuesto también para la levantada de madrugada o el desvelo mientras se estudiaba para un examen de colegio o universidad o simplemente para ver televisión, oír radio o acompañar una buena lectura.
Esa ruana blanca o café gruesa de pura lana de oveja, que calienta como ninguna, al lado de una fogata o chimenea o de una abundante neblina. Contrasta este hecho con la variedad de pintas de ruanas abiertas o cerradas en furor en el mundo de la moda, hoy en pleno siglo XXI, por supuesto con miles de diseños, tejidos y estampas -con una gama inmensa como lo podemos ver en la aplicación de Pinterest-.
Claro está que vale la pena resaltar que diseñadoras como Adriana Santacruz (Nariño), Nelly Flechas y Fanny Rincón (Boyacá), entre otros, han convertido la ruana en la prenda insigne de sus colecciones y la rescatan nacional e internacionalmente. De igual manera, el Día mundial de la Ruana en Nobsa y el Festival Nacional de la Ruana, el Pañolón, la Almojábana y el Amasijo en Paipa, sacan por ella la cara. Un trabajo artesanal que comienza desde esquilar la lana, hasta su tejido particular que hace de cada una prenda única y exclusiva.
Se le atribuyen dos tipos de orígenes, una la fusión de la manta o chircate de los indígenas Muiscas y Timoto-cuicas con los capotes españoles y otro, su nombre, que viene de los paños que los españoles trajeron desde Ruan en Francia.
El trasfondo está en hacer algo por evitar la pérdida de nuestras tradiciones y entre ellas, poder tener a la ruana como protagonista a la que también se asocian la guabina, el bambuco, el sombrero, la guitarra, el pañolón y el trabajo del campo. Así la detalla Ramón Torres Méndez, en sus litografías y en las actividades del siglo XIX.
Sería ideal que las nuevas generaciones pudieran hablar con propiedad, como dice la canción de La Ruana, de Garzón y Collazos, de la “sombra fiel de mis abuelos y tesoro de la patria… Por eso cuando sus pliegues abrazo y ellos me abrazan siento que mi ruana altiva me está abrigando es el alma”.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI
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