La protección de la ley internacional | El Nuevo Siglo
Lunes, 8 de Abril de 2024

La flagrante violación de la Convención de Viena, con la incursión por la fuerza  de la policía ecuatoriana en la sede de la Embajada de México  para detener  al exvicepresidente Jorge Glas,  a quien el gobierno mexicano había concedido asilo, justificada por el Gobierno de Ecuador por  el “riesgo real de fuga inminente” y por no tratarse  de un “perseguido político”, sino de una persona acusada de corrupción ya condenada por las autoridades judiciales de ese país, trae a la memoria el célebre aparte  de  la obra teatral de Robert Bolt “Un hombre para la eternidad”, base del guion de la película del mismo nombre.

En ésta, el canciller Tomás Moro tiene el siguiente diálogo con su esposa, su hija y su yerno, a propósito de un oscuro personaje: “Roper: Arrestadlo. — Alicia: ¡Sí! — Moro: ¿Por qué? — Alicia: ¡Porque es peligroso! — Roper: Por calumnia; es un espía. — Alicia: ¡Lo es! ¡Arréstalo!.— Margarita: Padre, ese hombre es malo.— Moro: Eso no es suficiente ante la ley.— Roper: ¡Sí lo es para la ley de Dios!.— Moro: Dios entonces puede detenerlo.— Roper: ¡Sofisma sobre sofisma!.— Moro: Al contrario, la sencillez suma: la ley. Yo entiendo de la ley, no de lo que nos parece bueno o malo. Y me atengo a la ley.— Roper: ¿Es que ponéis la ley del hombre sobre la ley de Dios?.— Moro: No, muy por debajo. Pero deja que te llame la atención sobre un hecho: yo no soy Dios. Tú quizá encuentres fácil navegar entre las olas del bien y del mal; yo no puedo, no soy práctico. Pero en el bosque espeso de la ley, ¡qué bien sé hallar mi camino! Dudo que haya quien me pueda seguir dentro de él, gracias a Dios...— Alicia: Mientras que hablabas, se escapó.— Moro: El propio diablo puede escaparse mientras que no quebrante la ley.— Roper: ¿De modo que, según vos, el propio diablo debe gozar del amparo del Derecho?.— Moro: Sí, ¿qué harías tú? ¿Abrir atajos en la selva de la ley para prender más pronto al diablo?— Roper: Yo podaría a Inglaterra de todas sus leyes con tal de echar mano al diablo.— Moro: ¿Ah sí? Y cuando hubieses cortado la última ley, y el diablo se devolviese contra ti, ¿dónde te esconderías de él?  Este país ha plantado un bosque espeso de leyes que lo cubre de costa a costa, leyes humanas, no divinas. Pero si las talas, y tú serías capaz, ¿te imaginas poder resistir en pie los vendavales que entonces lo asolarían? Sí, por mi propia seguridad, yo otorgaría al diablo el amparo de la ley”.

La inviolabilidad de las misiones diplomáticas, hace parte de las reglas básicas de convivencia entre las naciones y es pieza indispensable del espeso bosque de normas del derecho internacional. Y las sedes diplomáticas son extensión del territorio del país respectivo. Su respeto, aún en los momentos más críticos de conflicto,  se ha entendido como una salvaguardia necesaria para garantizar los mínimos canales de interlocución civilizada entre naciones, por opuestas y enfrentadas que estas puedan llegar a encontrarse.

Como lo señaló el juez del Tribunal Internacional de Justicia, M. Lach, “los principios y las reglas de los privilegios e inmunidades diplomáticas, no son la invención ni el sistema de un solo grupo de naciones, de un continente, o de una sola cultura; ellos han sido establecidos a lo largo de los siglos y son compartidos por las naciones de todas las razas y civilizaciones”.

El  Estado ecuatoriano hizo valer en su sede en Londres estos presupuestos, y a nadie se le ocurrió, en los largos años de permanencia del asilado de entonces, desconocerlos.

¿Será consciente el gobierno del Ecuador  de los vendavales que su país deberá enfrentar y del daño que ha hecho a su paradójicamente alegada causa de defensa de la legalidad? ¿Violar la ley para hacer respetar la ley? ¿Será consciente de los vendavales que pueden asolar el concierto internacional,  si ese y otros países talan el bosque de las  reglas mínimas de convivencia?

@wzcsg