La Luz Mayor | El Nuevo Siglo
Sábado, 9 de Diciembre de 2023

Por estos días en que se inician las celebraciones de la Navidad, empezamos a alumbrar nuestras casas y sitios de trabajo; las calles y parques se iluminan de colores y lo corazones se ensanchan.

Nuestra alma se renueva en esta época y tal vez estamos más conscientes de la oportunidad diaria que tenemos para dar lo mejor de nosotros, compartir y mirarnos con ojos de bondad y compasión. Es un tiempo de ilusión, esperanza y unidad, que celebramos con encuentros, fiestas e intercambio de regalos. Aunque algunas personas lo tengan más claro que otras, lo que en realidad festejamos es el nacimiento de Jesús el Cristo, que significó la real posibilidad de evolución de cada individuo y de todos como especie. 

Cuando encendemos una vela o rendimos honra a la Virgen estamos en conexión con un sentido profundo de transformación, que corremos el riesgo de perder de vista por quedarnos en lo lindo de las luces y el agrado de los festejos.  Si solamente nos enfocamos en las velitas y los faroles, en los adornos del árbol navideño o el tradicional pesebre, sin hacer una reflexión sobre el sentido profundo de la Navidad, perdemos una ventana de transformación. Finalmente, podemos tener cenas y presentes en cualquier temporada del año.

Nos podemos enredar en comprar las luces más vistosas, los bombillos más costosos y entrar en comparaciones, como que mi casa está más linda que la de enfrente, que la corona de mi puerta es más grande o en que yo sí estoy a tono con los colores de la temporada. Todo ello es bonito.  Pero, como el ego siempre hace de las suyas si no lo atestiguamos y acotamos, podemos caer en la vanidad de la moda y al autoengaño de estar iluminados por luces menores.  Sí, esas luces que colocamos son pequeñas.   

A medida que nos damos permiso de ampliar nuestra comprensión sobre el significado de estas fiestas podemos reconocer cada vez más la Luz Mayor: es la Luz Ilimitada, la Ain Soph, de la que todo emana. Es el Amor y la Consciencia, que se despliegan en toda la creación. Esa Luz es mucho más poderosa que la del sol, que, si bien cumple unas funciones físicas, no implica instancias de transformación.  Jesús el Cristo se hace presente en este mundo gracias a esa Luz, que comprendemos aquí como Dios.  Conectarnos con la Luz Mayor no requiere de adornos ni de tiempos específicos. Requiere, sí, que nos abramos a que la presencia Divina opere en nosotros.

Bienvenidos los regalos y las fiestas, las velas y las cenas. Ojalá no nos quedemos en la superficie de las luces menores y podamos experimentar la Gracia de la Luz Mayor.

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