La Fila | El Nuevo Siglo
Martes, 9 de Abril de 2019

La región del Sumapaz en jurisdicción de los municipios de Pandi, Venecia y Cabrera en Cundinamarca y el vecino municipio tolimense de Icononzo han visto desfilar por sus calles y veredas episodios de todas las violencias que han cruzado su territorio. Desde la violencia partidista de los 50, que allá se prolongó como hasta los 80, pasando por la guerrillera que se superpuso a esa y la paramilitar que también llegó. Todas nos tocaron.

El Puente Natural, que los de Pandi dicen que es de ahí y los de Icononzo que es de allá, se recuerda por los mayores más por su macabra historia de lugar de asesinatos masivos de liberales que por su valor turístico ligado a un mito popular de diablos y vendedores de tabaco de la antigüedad.

Guatimbol, San José, La Fila, Balcones y Mundo Nuevo al otro lado del rio Sumapaz, Santa Helena, Caña Brava o Sabanalarga, a este lado, son lugares históricos que no aparecen en los libros de historia oficiales, pero figuran en todos los boletines del Ejército Nacional y en todas las crónicas de la historia de la violencia en Colombia. Desde el clásico “La Violencia en Colombia” de Monseñor Guzmán Campo, pasando por “Crónicas de Villarrica” de Jacques Aprile-Gniset, hasta “Colonización y Conflicto” de Elsy Marulanda.

Es una zona olvidada en la que casi nunca el Estado se ha hecho presente con proyectos productivos o inversiones decentes. La última inversión representativa se hizo en el gobierno de Virgilio Barco. Hace ¡33 años! cuando el PNR (Plan Nacional de Rehabilitación) construyó la “Troncal del Sumapaz”, una carretera asfaltada y angosta que une desde el boquerón, en la vía Bogotá-Girardot, hasta el municipio de Cabrera, pasando por Pandi y Venecia. Esperan que con este proceso de paz la reconstruyan, porque 30 años sin mantenimiento la tiene hecha trizas.

Y allá nunca había llegado un Presidente de la República en ejercicio. Duque fue y no solo a uno de los cascos urbanos, sino a una de las veredas más representativas en las luchas agrarias de los 50 y corredor guerrillero desde los 70, La Fila. Allá en la cuchilla de la cordillera, en el espacio Territorial para la Capacitación y la Reconciliación se reunió con los ex guerrilleros. Les recibió almuerzo, les probó la cerveza artesanal que producen y celebró con ellos la fabulosa cifra de 75 municipios libres de minas, gracias a uno de los puntos del Acuerdo de Paz.

Es paradójico, pero esperanzador, ver al Presidente Duque haciendo tales gestos de reconciliación más que simbólicos, mientras desde su partido hay quienes se empeñan en su intención de “hacer trizas los acuerdos”.

Duque prometió que ni trizas ni risas. Pero en la TCR ubicada en la vereda La Fila en territorio que fue dominio de la guerrilla, todo fueron risas. Las de los excombatientes felices porque saludaron de mano a un Presidente de la República que fue a una zona ex guerrillera, las del propio Presidente y, sobre todo, las de los niños, hijos de todos esos reinsertados cuyas risas dependen de que el futuro no se lo hagan trizas.

@Quinternatte