La democracia hecha verbo | El Nuevo Siglo
Miércoles, 6 de Abril de 2022

Escasas pueden ser las páginas e insuficientes las reflexiones para reiterar la necesidad del voto consciente -apartado de la emoción o “el contra de”- y evitar el retroceso en los avances del sistema democrático, aún con todas sus posibles debilidades. Mucho se dice que votemos para cuidar la democracia, pero poco nos detenemos a pensar qué esto significa.

De hecho, el reciente informe bienal del Dane que recoge la encuesta de cultura política en Colombia para el 2021, indica que un 55,6% de las personas estima vivir en una nación medianamente democrática y un 25,4% considera estar en una nación de características democráticas, de manera que un 71% de los colombianos aprecia estar en un país que ofrece las garantías de la democracia, al menos por encima de la media. 

Entre muchas de sus definiciones, la democracia se concibe como la forma u organización de la sociedad que reconoce y respeta como valores esenciales la libertad e igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Aunque este principio suena a ideal, está en nuestras manos tasar las palabras de los candidatos y calibrar hasta dónde pueden afectar nuestras libertades, derechos, deberes y el bienestar individual y social, para hablar de cuatro puntos cardinales en la defensa de la vida en democracia.

Bajo esta mirada, ¿qué tanto de bien tiene una política basada en la llamada democratización? teniendo en cuenta que a la palabra democracia se le ha aglutinado el verbo democratizar -pues es ahora común, al estilo del inglés, convertir los sustantivos e incluso los nombres propios, en verbos -.

El trasfondo está en qué significa y qué interés persigue la democratización. En principio se refiere a “querer hacer algo más democrático”, que llegue a todos. Se habla por ejemplo de democratizar la educación, en cuanto traduce educación para todos. Hasta ahí, suena bien.

Sin embargo, la cosa no es tan sencilla, pues quién no quiere que la educación sea universal. El problema se da cuando democratizar signifique atentar contra la libertad, autonomía y derechos de cada persona, esencia misma de la democracia. Es decir, cuando en lugar de sumar, significa dividir.

El caucho de la democratización da para todo, pero no es para todo. Se puede llegar hablar así de democratizar un fondo, una institución, una tierra, una sociedad, la banca, el conocimiento, la cultura, la educación, la propiedad, los bienes y así hasta el infinito.

Por esto se deberían poner en tela de juicio los límites de una política de democratización: ¿Cuándo traspasaría mis libertades y derechos adquiridos? ¿Hasta dónde democratizar se ajusta con el derecho al trato en igualdad de condiciones ante la ley? ¿Hasta dónde es mi deber entregar bienes o fondos o parte de mi propiedad, más allá del pago de impuestos? ¿Hasta dónde la democratización es confiscatoria, hasta dónde es solidaria?

Se dice que la democracia es una acción y como tal es un sustantivo hecho verbo, cuyo futuro estriba en nuestras decisiones. A la palabra democracia le suele anteceder un verbo en positivo como son proteger, defender, fortalecer, construir, mejorar. En el caso de cuidar la democracia, el voto consciente actúa como el único capaz de leer entre líneas los propósitos últimos de cada candidato y de sus efectos sobre nuestros derechos y libertades.

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

atisbosmariaelisa@gmail.com