De Santos a Santos
Si hay algo que es necesario defender en este país es la libertad de expresión y aún más cuando empieza a calentarse el ambiente en una campaña política que promete ser una de las más agresivas de los últimos años. Descalificaciones y reproches serán el pan diario de una contienda electoral que no promete más que la diferencia entre la seguridad democrática y el proceso de paz, como para recordarle al país que los últimos tres períodos presidenciales fueron puestos usando a las Farc como excusa.
Lo triste es que el debate hoy está convertido más en una parodia sobre la orfandad de poder que en un debate sobre el futuro del país.
Las banderas del Centro Democrático parecen estar hoy en manos de Francisco Santos, siendo él quizá, el menos indicado para llevar un debate de nivel político aceptable en medio de la campaña. No por sus cualidades personales o sus logros como periodista, aclaro. Es más bien todo lo que dejó de hacer como Vicepresidente, por sus salidas de tono, por su ligereza al expresarse. Francisco Santos no es Uribe, como Maduro no es Chávez, pero ambos hoy sufren del mismo problema: la sed de querer quedar mejor que sus padrinos políticos.
Es evidente que hay sectores donde las actuaciones de Juan Manuel Santos hoy están en entredicho, así como muchas de las medidas de su gobierno. Y quizá esos sectores podrían hoy buscar apoyar al uribismo que es añorado como si hubiese sido el hito político de nuestro pasado reciente. Lo único que es claro es que esos sectores tradicionalmente conservadores y cercanos a la derecha, no terminarán apoyando a Francisco en sus intenciones electorales y mucho menos para que ocupe el Palacio de Nariño.
La verdadera consecuencia de todo es que el uribismo terminará perdiendo credibilidad, mientras el santismo empieza a mostrar los logros de un par de años de gobierno que serán cada vez más palpables. Uribe sigue rifando su legado político como si fuese suficiente ponerse el poncho y el carriel para tomarse el país, mientras el Santos de la oposición logra sus 15 minutos de fama.
Quizá las banderas del Centro Democrático hoy parecen desgastadas, pero deberían ser parte de un debate electoral como un actor de peso, y no como invitados para hacer reír a los asistentes. Esa es la desventaja de querer figurar aun a costa de la imagen misma de un proyecto político, de tener que tomar las ideas prestadas de Uribe para generar un discurso de campaña.
@juandbecerra