JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 17 de Agosto de 2014

Extremos y personalismos

 

El problema de ser el único salvador, de tener la moral en las manos, de ser el adalid elegido para acabar con el mal en el mundo es que no da espacio a equivocaciones. Si existe una persona que sale a decir que es el único juez con capacidad moral para juzgar al resto del mundo, ese juez no puede tener debilidades porque pierde esa capacidad, y como dicen por ahí, el pez muere por su boca.

Eso es lo que está pasando en la administración de la capital de la República, que teníamos de alcalde a quien se creía salvador, y hoy tenemos a un hombre que ha cometido numerosos pecados.

Creo que nadie dice que Gustavo Petro es corrupto, nadie ha presentado una prueba al respecto. Pero es evidente que como bien lo ha dicho él mismo, a Bogotá se la están robando por las esquinas. Y en esas esquinas está parte de su familia política, y están muchos funcionarios que tienen que ser del círculo cercano del Alcalde, que han buscado cobijarse con su sombra de combate a la corrupción para hacer de las suyas. Y hoy tenemos una Bogotá con grandes problemas en la ejecución y además el problema de la corrupción en los niveles que esperábamos superados.

Y el discurso del Alcalde es ambiguo, raya en lo absurdo. Ahora él no tiene nada que ver, no podía darse cuenta de nada, todo fue a sus espaldas. Y de repente vuelven los mismos fantasmas, y grabaciones diciendo que el Alcalde sí sabía, y los funcionarios diciendo que fueron obligados a firmar, como en las pesadillas de cualquier bogotano hace años. Pero para él es como si no pasara nada, de nuevo sus enemigos, de nuevo las mafias, de nuevo estar en contra del proceso de paz.

Ese es el problema de los extremos, de los mesías, de quienes se creen mejores que la humanidad. Ese es el problema que  tendrá Álvaro Uribe si alguna vez lo encuentran culpable de algo, es el problema de Gustavo Petro, el mismo que tienen ahora nuestros vecinos venezolanos.

Y entonces ya no hay órganos de vigilancia que valgan, ya se ponen en duda todas las voces que piensen diferente. Y entonces Vicente de Roux ahora denuncia que es malo, pero era bueno cuando denunciaron juntos, y así, como si con un descaro difícil de igualar se arreglaran las cosas. El problema de los personalismos, de la falta de colectividades políticas serías y coherentes.

@juandbecerra