La justicia intergeneracional
LO QUE BREXIT ADVIERTE AL PAÍS
Los líderes que juegan con candela por réditos inmediatos
La victoria Brexit deja lecciones históricas profundas: la primera, que referendos que entrañen decisiones sobre el curso futuro de una sociedad no pueden entregarse a la regla de la mayoría simple; segunda, que el segmento demográfico por debajo de los 30 años se encuentra anestesiado globalmente por su desconfianza hacia el establecimiento político; tercera, que dirigentes políticos, como David Cameron, siguen listos a sacrificar institucionalidad por réditos electorales efímeros, incluida la cuna de la democracia, y cuarta que los progenitores de la idea de un gobierno global y cosmopolitano, que se consolida mientras fenecen los nacionalismos, se encuentran errados.
Sólo tres días después del triunfo exiguo de Brexit se han recogido, según informa el británicoThe Independent, más de dos millones de firmas para convocar un nuevo referendo. Miembros del Parlamento de todos los partidos –quienes también, en sólo tres días, han conformado un bloque férreo- tramitarán a partir del lunes una ley que establezca mayorías calificadas en materia de asuntos modificatorios de factores de institucionalidad subyacente con impacto intergeneracional. Los jóvenes británicos, por su lado, se han despertado de su indolencia al advertir que no podrán ya trabajar en la Europa continental y el famoso programa Erasmus que permite a 200,000 estudiantes británicos seguir estudios de pregrado –sin desembolsar una libra esterlina adicional a la que pagarían en su país- no podrán seguir haciéndolo.
David Cameron encontró atractivo jugar con candela cuando, envanecido con su victoria en las últimas elecciones generales, informó –sin que nadie se lo hubiera pedido durante el debate electoral que lo enfrentó al líder laborista Ed Miliband- que exigiría a la Unión Europea trato diferente en varias áreas para su país. El Continente –como los partidarios del retiro llaman otra vez a sus vecinos del otro lado de la Mancha- se avino a los pedidos con el fuerte liderazgo paneuropeo de la jefa de gobierno alemana Angela Merkel.
Sin embargo, la chispa se le ha prendido a Cameron, el inocente pirómano de la política. Y la opinión británica –en un crash process de sentido común que se ha tardado sólo tres días- advierte hoy en el saliente Primer Ministro a un Neville Chamberlain reeditado. Alguien que acaba de entregar su país a la suerte de la incertidumbre y el azar.
La libra tuvo su más baja caída de un día en toda su historia el viernes pasado. Aterra oír en Bloomberg a directivos de Morgan Stanley –preparando ya trasteo a Frankfurt- proponer intervención en los mercados con cupones de consumo de alto poder multiplicador que alivien la liquidez que empezará a golpear estratos que se benefician hoy de subsidios directos de la Unión Europea en áreas geográficas tradicionalmente deprimidas como Cornwall y Gales. Forma de dinero gubernamental respaldado por deuda de largo plazo con el aval ya no de Bruselas sino de Londres. Los tradicionales gilts, bonos de muy bajo riesgo del tesoro británico, podrían bajarse según Nomura y Goldman Sachs por debajo del 1 por ciento. Estos signos predicen no recesión sino depresión económica que golpeará a todos sin excepción.
Nadie puede apropiarse del futuro de las siguientes generaciones precipitando determinaciones que omiten contextos reales y riesgos. Decisiones en este sentido tienen que consultar a una porción fundamental de los electores con el uso de mecanismos de mayoría calificada y altos umbrales de participación. Lo contrario es timar y falsear las democracias, alzarse con ellas y refundirlas. Esto ocurrió nada más ni nada menos que en Gran Bretaña. Ironía dura pero cierta que sea Vladimir Putin quien hoy exprese ufano que lo ocurrido en la otrora pérfida Albión es muestra de una cultura política de bajo nivel.
¡Exacta y paradójicamente lo que enfrenta Colombia desde el jueves con lo firmado en La Habana!