JUAN CAMILO RESTREPO | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Enero de 2014

¿Se despiertan demonios en el vecindario?

“Mirada al IPC de Brasil, Argentina y Venezuela”

LOS demonios de la inflación parecen estar tranquilos en Colombia. 2013  cerró por debajo del 2%, resultado más que satisfactorio. Y aunque en 2014  la evolución del índice de precios puede ser ligeramente superior al registrado el año pasado, todo indica que se cumplirán la meta señalada por el Banco de la República para este año que es del 3%.

¿Sucede lo mismo en el vecindario? Resulta útil echar una mirada a lo que está aconteciendo con el índice de precios al consumidor (que finalmente es una buena medida de la salud de cualquier economía) en tres importantes países de la región: Brasil, Argentina y Venezuela.

La inflación en Brasil durante del pasado diciembre fue de 0,92% (la más alta para un mes de diciembre en la última década). La inflación en el 2013  cerró en 5,91% (por encima de la meta que se había fijado el Banco Central del Brasil); y todas las alarmas se han disparado en el país carioca. El recuerdo de los demonios hiperinflacionarios que tanto golpearon a la economía brasileña en la segunda mitad del siglo pasado, han vuelto a aparecer. El Banco Central elevó esta semana la tasa de interés de referencia al 10,50% (Nótese que es  casi el doble de la inflación); y ha dejado la puerta abierta para hacer nuevos ajustes al alza si la inflación no cede.

La  campaña electoral de este año estará signada por los temores de que  vayan a reaparecer las garras de una inflación alta en el Brasil. Y la señora Roussef deberá hacer gala de todo su poder de persuasión para que este brote inflacionario no empañe sus posibilidades reeleccionistas.

Si por Brasil comienza a llover, por la Argentina no escampa. La inflación cerró en el país gaucho en 10,9%, pero los expertos que siguen de cerca esta economía consideran que la inflación real fue del 28,3%. Grandes dudas subsisten sobre la confiabilidad de la autoridad estadística Argentina. A nivel internacional el descreimiento en las estadísticas oficiales argentinas es pasmoso.

Las reivindicaciones salariales de los sindicatos argentinos tampoco parecen creerle a las cifras oficiales, pues sus peticiones de reajuste salarial para el 2014 bordean el 30%. El bache cambiario (es decir, la diferencia entre el dólar paralelo y el oficial) bordea el 66%. Y las reservas internacionales del banco Central de la Argentina han experimentado una brusca caída recientemente. Señales todas de que las expectativas inflacionarias para el 2014 son al alza, no a la baja.

Y si por la Argentina sigue lloviendo, por Venezuela la tormenta es total. La inflación reconocida por el Presidente Maduro fue del 59% en 2013. El desabastecimiento sigue rampante. No solo en los supermercados: hasta papel periódico le está faltando a los medios de comunicación escritos.

La brecha cambiaria es peor que en la Argentina: cerca del 400% (6,30 en el mercado oficial frente a más de 25 en el mercado paralelo). Las autoridades Venezolanas dan la sensación de desespero total. Cierres de comercios, regulación arbitraria de precios y de márgenes a los negocios, denuncios de una conspiración internacional para destruir la economía Venezolana. El último anuncio que hizo Maduro esta semana  es que el famoso CAVIDI va a desaparecer. No se sabe que lo va a reemplazar. El mercado está diciendo a gritos que la tasa de cambio es irreal, pero, sin embargo, se obstinan en mantener una estructura cambiaria fantasiosa mientras la inflación sigue sacando sus descomunales garras.

No le falta pues razón a alguien que  dijo lo siguiente recientemente: “El Brasil va camino a la Argentina, la Argentina camino a Venezuela, y Venezuela camino a Zimbawe”.