DESORIENTACIÓN
No pararles bolas, pero….
El presidente Santos -a propósito de la última carta pública de Timochenko- ha dicho que a las Farc no hay que ponerles bolas cuando hablan de asuntos que no han sido tratados en la mesa de negociación. Y tiene razón. El problema es que la mayoría de las cosas que dicen las Farc, en sus innumerables declaraciones, cartas, ruedas de prensa y pronunciamientos desde La Habana, versan sobre asuntos que no son objeto de negociación en la mesa ni hacen parte de la agenda temática convenida.
Hay que decirlo: el equipo negociador del Gobierno ha caído en una trampa mediática de la cual salen gananciosas las Farc. De ocho a una de la tarde, todos los días en que se reúne la mesa de negociación, impera en su interior la discreción que se acordó desde un comienzo. En el entendido de que sin confidencialidad es imposible llegar a ningún acuerdo serio. La negociación a través de micrófonos nunca funciona. Pero a partir de la una de la tarde, cuando la delegación gubernamental regresa disciplinadamente a su hotel, las Farc, rompiendo hábilmente el compromiso de discreción, se apoderan vorazmente de micrófonos y reflectores. Para hablarle- no a los negociadores sino a la galería y a la opinión pública- de cuanto tema se les va ocurriendo y que, desde luego, nada tiene que ver con la agenda convenida con el Gobierno.
La subversión inteligentemente ha descubierto que desde La Habana puede recuperar décadas de abstinencia mediática. Nunca se le había presentado una ocasión como ésta para hablar con tanta desenvoltura y resonancia por parte de los medios. Que todo lo que dicen suponen que hace parte de las negociaciones, lo que no es así. La desorientación de la opinión pública es por tanto mayúscula.
Y, claro, hablan de todo… De cámara uninominal; de asamblea constituyente; de zonas de reserva campesina diferentes a las previstas en la ley; de las relaciones internacionales del país; del nuevo modelo económico; hasta al Papa le han mandado razones.
Así las cosas, resulta un verdadero disparate la amenaza, al decir que el proceso estaba dizque politizado (como si todo proceso de paz no fuera por esencia algo político en el buen sentido de la palabra), y que le iba a dar orden a sus delegados para que revelaran un informe (que nunca se produjo) de lo que efectivamente estaba diciéndose en La Habana. Como si no hubieran sido las Farc quienes han roto desembozadamente los protocolos de confidencialidad que se acordaron desde un comienzo, y que el Gobierno, mal que bien, se ha esforzado en cumplir.
El Gobierno, y me consta, no ha manejado cartas ocultas en esta negociación. Por ejemplo, en el punto número uno de la agenda relacionado con la política de tierras y de desarrollo rural (el único de la agenda cuya negociación ha concluido a la fecha), todo lo ha puesto sobre la mesa con transparencia.
En el “Primer informe de la mesa de conversaciones entre el Gobierno de la República de Colombia y las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia, ejército del pueblo, Farc-Ep”, documento publicado de común acuerdo por las partes el 21 de junio pasado, se da cuenta, pública, y clara, de todos los pormenores, reuniones y foros de participación ciudadana que condujeron a los acuerdos sobre el tema agrario cuyos detalles también se divulgaron en dicho documento que es de público conocimiento.
De manera que sí… no hay que ponerles bolas a las Farc sobre todo lo que dicen por fuera de la mesa. El problema es que la mayoría de las cosas las dicen por fuera de la mesa y por fuera de la agenda acordada.