JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 29 de Mayo de 2014

Salvar ‘calidosos’

 

Colombia  es escenario de una novela de desgracias, donde prevalece crimen, odio y olvido, síntomas evidentes de una sociedad descompuesta, con pérdida de brújula para vivir. Gobierno y ciudadanía se asombran, nada más. Todos condenan execrables actos, y prometen que los hechos no quedarán así.  Se conmueven solo algunos días con cada episodio del drama, y luego, olvidan  para siempre.

Marco Tulio Sevillano, habitante de la calle, quemado hace tres semanas en un túnel, en inmediaciones de la Universidad Javeriana, en ataque provocado por uno de sus compañeros, quedó como símbolo de un país de espalda a la realidad social. -Nadie actúa para sacar a seres humanos de la profundidad de la miseria-. No se trata solo de buscar y condenar a los culpables del crimen, y anunciar nuevos esquemas de seguridad, como dicen autoridades  policiales, sino  erradicar esa forma de vida, de cientos de personas en el país, víctimas del abandono familiar y social, con todo y sus debilidades, o enfermos por consumo de licor, drogas y estupefacientes.

El ´Calidoso´ como se le denominó a Sevillano justificaba su presencia callejera, ofreciendo a su manera, vigilancia y protección a transeúntes del sector, tras advertir que conocía al hampa dedicada al raponazo, como sucede en distintas zonas urbanas. Son muchos, quienes al igual que este protagonista de vida al aire libre, se agrupan en diversos lugares de la capital, y, en mayor o menor número, otros lo hacen en casi todas las ciudades.          

Bucaramanga acaba de iniciar el rescate de cerca de mil personas en miseria. Meritorio esfuerzo que reclama apoyo estatal para mantenerlo. Bogotá, lo necesita con urgencia, porque continúa como receptor de desplazados de todo el país. En Soacha está la muestra de la inmigración. Si se ha proyectado inversión para infraestructura, servicios públicos, vías, vivienda, salud, y educación, es válido crear Plan Nacional de Recuperación Social, incluida reubicación de desplazados en sus sitios de origen. Es actuar para la gente.

Oportuno preguntar, hasta dónde amerita que, empresas colombianas con características transnacionales, inviertan en el exterior, para ampliar sus negocios, sin dejar una gota humanitaria aquí. Mientras Colombia muestra con orgullo ante el mundo, el repunte de indicadores de su economía, también debe sentir vergüenza, por olvidar a quienes viven en miseria.

El Estado puede con la sociedad, salvar ´calidosos´, estructurando  un trabajo persistente. En homenaje a Quino, autor de Malfalda, ganador del Premio Asturias, hay que repetir su pensamiento: “Los males del mundo, son la ambición del poder y el dinero, olvidando lo que sucede en la esquina”.