JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 22 de Mayo de 2014

Lupa a Corea

 

En las puertas del comercio exterior colombiano está el Tratado de Libre Comercio, con Corea del Sur. Luego de un período de negociación de más de 3 años, incluidos los recesos, por reclamos empresariales de Colombia. Aspira a prender motores después de mitad de año.

En defensa de empleo, producción industrial y de  ingresos al fisco nacional, hay que tomar distancia, sin desconocer que Corea, en bienes de capital, y de partes y piezas para la denominada industria pesada, es uno de los primeros productores en el mundo. Produce lo que no se hace aquí. Un hecho que no tiene discusión. Sin embargo, frente a lo que sí se produce, este TLC le mueve el piso al país en inversión, producción y mano de obra. La respuesta gremial es clara: de entrada quedan en desventaja, el ensamblaje de vehículos, la elaboración de autopartes, la industria de electrodomésticos, y la metalmecánica, que pagarán aranceles bajos, para luego quedar libres, tras período de 10 años.

Con más emoción que certeza se ha informado que café, banano, azúcar,  y frutas, irán a Corea con fácil acceso. No se pueden poner  “estrellas negras” a esa posibilidad, pero bien se sabe que es un país de amplias redes comerciales con distintas naciones del mundo y fuertes competidores en derivados agrícolas e industria diversificada en refrescos y bebidas. Sí es requerida por Colombia, la maquinaria coreana, considerada -bien de capital- con tecnología de punta, en la medida en que haya crecimiento en  manufacturas, confecciones y agroindustria, generadoras de empleo, en lugar de continuar, a lo loco, invadiendo calles con ventas ambulantes. Ese es un temor con Corea.

Un TLC para Colombia es como una cuerda floja, por donde camina con seguridad lo que se importa, pero del otro lado, no hay certeza de que lo nacional, sí se exportará por la misma ruta. La informática tendrá luz verde, con  avances en química, medicina, ingeniería, minería y petróleos, entre otros, con demanda válida, asegurada con importadores locales.

El interrogante es si se está promoviendo en los tratados, inversión de capital para producir aquí, con los países firmantes de tratados. Y no hacer solo comercio. No es despropósito reclamar que incluyan inversión pública y privada para  infraestructura, con autopistas, puentes, túneles y anillos viales, junto a transporte con Metro, trenes, tranvías y embarcaciones para el rio Magdalena.

La consigna debe ser -TLC para estar a tono con el mundo- en lugar de afianzar la dependencia comercial. Por eso hay que seguir con lupa a Corea.