JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 15 de Mayo de 2014

Juego limpio

 

La corrupción ahora amenaza contaminar las aguas por donde navegan los cinco candidatos a la Presidencia. Difamar, inventar y desprestigiar, son armas viejas utilizadas en distintas prácticas políticas hace más de 40 años en elecciones presidenciales en Latinoamérica. Eso abrió paso para coronar dictaduras de corto y largo vuelo. Puede preguntarse ahora, si los mismos que han recurrido a esa estrategia dejaron lección para los demás países, o aún más, es teoría aprendida por quienes asesoran a los actuales candidatos en Colombia.

La prolongada frialdad del debate para proponer ideas y realizaciones, pareciera como si hubiese hecho parte del cálculo de inteligencia de los asesores, para calentar el final de la campaña con juego sucio. La ciudadanía de todos los estratos socioeconómicos, ya lo dice de manera abierta: la oscura sombra política tiene varias caras: habla de democracia en público y, en privado, teje la madeja para mantener una organización que alterne en el poder a sus escogidos.

A 10 días de ir a las urnas se espera -que los dos extremos en contienda    aclaren primero las acusaciones-, que revisten características de delito penal, para acusador y acusado. Una aclaración con pruebas si las hay, la justicia la prolonga. Hay que recordar que los ´vainazos´ comenzaron antes de iniciarse el debate electoral. Los ataques parece que evaluaron con atención las infiltraciones del hacker Sepúlveda. Quienes instigaron, afirmaron que había ya acuerdo en La Habana con beneficios. Esta parte del choque infla más los argumentos de la guerrilla, al sostener que los partidos son una vergüenza política. Así la gazapera intensificada lleva a demostrar que sí lo son.  

Cuánto más denuncias  esgrimen los candidatos, menos credibilidad tiene el debate.  Acusar y denigrar se convirtió en herramienta de esta campaña. Desde las instancias de la justicia debe  quedar en claro, la validez de las denuncias, en detalle, sin esguinces, pruebas y testimonios. Eso no se despeja con arengas. Si es proceso democrático requería confrontación de programas cara a cara  con los candidatos. Sin embargo, ya es tarde para comparar ideas. La campaña exige respeto entre los aspirantes, así el auditorio nacional esté o no, de acuerdo con sus iniciativas. Parece una elección presionada por caciques pueblerinos en disputa de un valioso botín. Al menos se pide juego limpio y argumentos con la verdad. De lo contrario cada vez se piensa más, que este es un país inviable, con una sociedad descompuesta. En la selva sí se respetan leones, tigres y panteras. Atacan solo a los cazadores.