Airear la TV
Si una encuesta de fondo consulta con la ciudadanía, la opinión en relación con la licitación para otorgar a particulares el tercer canal de televisión de cubrimiento nacional, como lo acaba de anunciar el Ministerio de Tecnología de Información y Comunicaciones, no es aventurado anticipar la respuesta: ¿a quién y para qué?
El atractivo ahora, no es el mismo de la década de los años 90, cuando despertaba interés el anuncio oficial de apertura de uno o varios canales privados.
La experiencia 16 años después, muestra resultados en blanco y negro para el televidente, independiente del jugoso reintegro de la inversión hecha por los dos grupos financieros.
La propiedad legal es una cosa, y otra el facilismo de la copia de formatos extranjeros. Cada quien invierte como quiere. Sin embargo se advierte una producción repetitiva. Solo cambia en contenido de novelas y con desorden en horarios.
El negocio borró la creatividad y desaparecieron las programadoras que hicieron la TV.
La oferta para enlazar audiencia con ingredientes multiplicadores de publicidad, es razonable. Otra cosa es que impone principios mínimos de ética, estilo, creatividad, buen gusto y respeto al televidente.
En los dos canales privados se destacan aciertos en producción de seriados que han dado la vuelta al mundo, con actores de impecable desempeño, así como algunas transmisiones deportivas para el país y el exterior.
Contrasta la insistencia en calcar modelos extranjeros, como los reality, con deplorables esquemas en cuanto a comportamiento de sus protagonistas.
Se salvan concursos musicales, por su aporte, al impulsar nuevas figuras nacionales de la canción.
La televisión en el mundo es información, análisis, opinión y entretenimiento. De esos tres elementos, pero con oferta de los proponentes, debe partir el criterio del Gobierno, al seleccionar el ganador.
Lo informativo y su complemento periodístico reflejan en el país, la tendencia política de los canales, sin escuchar variedad de criterios.
Impusieron al televidente entrevistas, solo a medianoche, en pocos espacios para ese fin. Si las opiniones de los invitados son contrarias al supuesto consenso nacional político, los programas anochecen y gradualmente desaparecen.
El tercer canal privado será para alguno de los grupos económicos sin TV, o para quienes hacen fila, con plata en mano. Chile, México o Cisneros de Venezuela, viajero entre Miami y Caracas.
Con nuevo canal o sin él, no sería despropósito airear la TV, comenzando por el Canal Uno. Estatal, pero con una concesión abierta a varios años, a productoras colombianas con autonomía, en lugar de tener como en la actualidad, mayoría de naturistas y creencias religiosas.