JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 25 de Junio de 2014

Educar para la paz

Varias veces, en esta misma columna, hemos llamado la atención acerca de lo que podríamos llamar “el virus de la violencia”, que se inoculó y ha penetrado profundamente en nuestra sociedad quién sabe desde cuándo -quizá desde la época de la conquista española- y que, infortunadamente, se manifiesta entre los colombianos de muchas maneras y en múltiples momentos.

Ya no es únicamente la violencia expresada en las guerras del siglo XIX, ni la vergonzosa violencia  política de los años cuarenta del siglo pasado, entre liberales y conservadores, ni la desatada por  organizaciones subversivas como las Farc, el Eln o el M-19, ni solamente la violencia terrorista generada por el narcotráfico y los paramilitares, sino que estamos ante una colectividad que se ha acostumbrado a la violencia y a convivir con ella; a actuar y reaccionar con violencia en las más disímiles y hasta insignificantes circunstancias.

Ante ello tiene que reaccionar nuestro Derecho, en búsqueda de un cambio cualitativo de actitud.

Es buena noticia, entonces, la que nos entrega el Congreso, que ha aprobado en cuatro debates y por unanimidad el proyecto de ley que contempla la Cátedra de la Paz.

El artículo 22 de la Carta Política establece que la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento. El artículo 41 señala que en todas las instituciones, oficiales o privadas, será obligatorio el estudio de la Constitución y la instrucción cívica. Asimismo -agrega- se fomentarán prácticas democráticas para el aprendizaje de los principios y valores de la participación ciudadana. La norma termina ordenando al Estado que divulgue la Constitución. Es la pedagogía constitucional.

No en vano el preámbulo del Estatuto fundamental declaró que el pueblo, por conducto de la Asamblea Constituyente, ponía en vigencia la  Constitución para fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes la paz, entre otros valores esenciales de la democracia.

La nueva ley, que en pocos días sancionará y promulgará el presidente Santos, dispone que, con el fin de garantizar la creación y el fortalecimiento de una cultura de paz en Colombia, se establece la Cátedra de la Paz, con carácter obligatorio en todas las instituciones educativas del país, como asignatura independiente.

 Una feliz iniciativa orientada a buscar -sin que se trate de una panacea, pero sí de un comienzo- que, desde la niñez, se formen los colombianos en el respeto por la dignidad de las personas y sus derechos.