Presidente por 9 horas
A veces es bueno rememorar. Cuando se acerca el siete de agosto de 2014, fecha en la cual iniciará, con posesión solemne, el presidente Juan Manuel Santos su segundo mandato, para un período de cuatro años, hasta el 2018, a propósito de protocolo, sin relación con los actos próximos, recuerdo lo ocurrido cuando Colombia eligió a don Manuel Antonio Sanclemente, presidente, y a don José Manuel Marroquín, vicepresidente, para desempeñar los cargos desde 1898 hasta 1902.
Al término de su gobierno don Miguel Antonio Caro supo que el señor Sanclemente, de avanzada edad, no se posesionaría por razones de salud, que continuaría por un tiempo residiendo en Buga y asumiría el mando el vicepresidente Marroquín a quien no le tenía afecto, perteneciente a una corriente adversa a la suya dentro del partido conservador. La jugada política de haberlos propuesto candidatos para dirigirlos le salió mal por cuanto elegidos actuaron por su cuenta.
Desde años atrás Caro y Marroquín sostenían un distanciamiento por una disputa gramatical respecto de la utilización de los gerundios. También figuraba el problema cuando Caro decidió hacer uso de una licencia y dejar la Presidencia. Encargó de la misma al general Guillermo Quintero Calderón, en marzo de 1896, quien gobernó cinco días, pero se arrepintió de irse y retomó su puesto, incómodo al conocer el gabinete designado por Quintero, el cual incluía a don José Manuel Marroquín en el Ministerio de Instrucción Pública. Dijo: “Me quedo. No me voy.”
En 1898 no quiso entregar el mando a Marroquín y como no había Designado, ni ministros -éstos habían renunciado- llamó a su amigo el gobernador de Cundinamarca, don Rafael Pinto Valderrama, que le debía su nombramiento, el funcionario de más alto rango radicado en la capital, le pidió que fuera Presidente por nueve horas, con el argumento de culminar su período el seis de agosto a las doce de la noche.
Posesionado del primer empleo de la Nación, de extraña manera, fue don Rafael Pinto quien acompañó a Marroquín el siete de agosto de 1898, en la ceremonia que tuvo lugar ante la Corte Suprema de Justicia primero, en la mañana y después, en la tarde, se hizo presente en el Congreso de la República. Luego volvió con premura a la casa presidencial y recibió al nuevo Jefe de Estado, “en mi calidad de encargado del Poder Supremo y en esta, la morada del Primer Magistrado de la República”. Ostentó su investidura por unas horas. No figura en la galería de expresidentes ni formó parte de la nómina durante la guerra de los mil días, ni en 1903 al separarse Panamá. Pintoresco capítulo de nuestra historia republicana.