JAIME PINZÓN LÓPEZ | El Nuevo Siglo
Miércoles, 18 de Junio de 2014

Reelección y unidad nacional

 

La reelección del presidente Juan Manuel Santos en los comicios del 15 de junio fue clara. Será el mandatario de los colombianos hasta el 2018. Resalto el reconocimiento del resultado electoral sin dubitaciones por parte del candidato del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga y de su fórmula a la vicepresidencia, Carlos Holmes Trujillo. Tal actitud contribuye a la unidad nacional.  

Novecientos mil votos de diferencia es una nítida victoria, máxime si se  ha concretado  más del cincuenta y uno por ciento de los votos a favor del actual Jefe de Estado y de Gobierno, ante el cuarenta y cinco por ciento del perdedor, quien consiguió cerca de siete millones de sufragios, suma de expresión directa de un sector de opinión que no puede desconocerse, como tampoco  los más de seiscientos mil del voto en blanco.

Elegimos un Presidente de la República y no un mesías.  Necesitamos  actuar con criterio positivo, realista, disminuyendo el tono del lenguaje agresivo que hemos escuchado durante los últimos meses, dejando atrás excesos perjudiciales, permitiendo la gobernabilidad, sin que exista consenso, porque la democracia consiste en el juego de gobierno y oposición. El tono conciliador  del doctor Santos en su discurso de proclamación de la victoria es  positivo.

No obstante, la revisión de políticas y objetivos es tarea indispensable, tanto en el área  nacional como en la internacional. No existe la suficiente claridad en el tratamiento de temas importantes y ello se evidenció en debates e intervenciones recientes. La Nación espera el trabajo armónico de las tres ramas del poder público.

En cuanto a la paz el pueblo colombiano demostró que la anhela, su capacidad de perdón es inmensa y la votación adquiere especial relevancia la cual merece ser apreciada por la guerrilla para terminar el largo conflicto que desgarra a nuestra sociedad, a los integrantes de las propias organizaciones subversivas. Las alianzas de distintas fuerzas y personas se concentraron en este punto. Una buena pregunta es la del exministro Jaime Castro al indagar de qué forma sectores tan disímiles se relacionarán en la  estructura de  ajuste de cuadros y metas.

No se puede desear un bien mejor que la paz, ni poseer uno más útil. Repetimos con Mahatma Gandhi: “No hay caminos para la paz, la paz es el camino”, pero planteada alternativa distinta de la que se adoptó para el diálogo en La Habana con los voceros de las Farc el pueblo soberano reiteró la conveniencia de seguir adelante de manera racional, sin cambiar el esquema.  Sin renunciar al espíritu de análisis de la situación del país la esperanza se mantiene con el compromiso de los participantes en un certamen electoral que ha concluido de manera  amable.