En la recta final
La campaña electoral pronto culminará y vendrá el día de las elecciones al término del cual sabremos si habrá segunda vuelta. Ha sido un certamen curioso porque se han dicho muchas cosas, pero la mayoría de ellas no trascendentes y, desde ángulos distintos coincidimos los electores en que nos gusta la democracia, queremos la paz, anhelamos una sociedad más justa e igualitaria, nos preocupa la inseguridad en sus diferentes niveles, pensamos en la necesidad de reformar la educación, la justicia, sabemos que urge atacar la corrupción y nos declaramos insatisfechos con la calidad de vida en las principales ciudades y en particular en Bogotá.
Estamos de acuerdo en generalidades, que si las detallamos caeremos en la cuenta de que reflejan diferencias de fondo totales, no solución de problemas, continuación de las dificultades. Envueltos en buenos propósitos seguimos sin precisar derroteros. En la recta final, haya o no reelección del presidente Juan Manuel Santos, los grandes temas no aparecen. Ni siquiera hemos analizado cómo vamos a desarrollar la tesis de no aplicabilidad de la sentencia sobre nuevas fronteras marítimas y si el fallo de esa Corte, -per se- modificó nuestra Constitución. La pugnacidad electoral se reduce a pujas por twitter, las más incisivas del expresidente Álvaro Uribe Vélez, contra su antiguo funcionario y colaborador, el actual jefe de gobierno.
Hasta aquí todo se enmarca en un debate político aparentemente con pocos sobresaltos. Pero la tranquilidad, la composición del nuevo Congreso de la República, la extraña apatía electoral, no va a ser igual después de definida la Presidencia para los próximos cuatro años. En el país, por fuerza de las circunstancias, la estrategia de no hablar claro, tendrá fin, y la política se moverá. Estamos próximos a un reacople de fuerzas, a un remezón social de vastas proporciones.
En Colombia habrá movilización política, adopción de decisiones fundamentales represadas, reorganización del Estado y aparición de nuevos liderazgos. Aun cuando parezca que la modorra crece vamos para épocas de cambios, de participación ciudadana, de producción de noticias, de revelación de compromisos en el curso de conversaciones hasta ahora no públicas, de sorpresas que no serán por cierto en todos los casos desagradables, ni negativas. Lo importante es tener sentido común, capacidad de asimilación y análisis, comprender que en la vida nada es estático y con criterio positivo hacer buen uso de las oportunidades reales de transformación en una Nación urgida de avances comunitarios en muchas áreas y de impulsos tonificantes que millones de seres anhelan así no los posean nítidos, por el momento.
A esta República le irá mejor en el curso de los cuatro años venideros y eso no debe preocuparnos, ni asustarnos.