A ELEGIR LIBREMENTE
Por fin llegó la hora
Al fin llegó el momento de definir las elecciones presidenciales. Ya la semana entrante habremos “salido de esto”, volveremos a la normalidad y eso sí que es un triunfo. Ha sido un debate “cargado de tigre”, arduo, confrontante; mal ejemplo para los párvulos que se asoman a la democracia y observan odios, resentimientos, insultos, conflictos y sinsabores.
Uno de los candidatos habrá de ganar, son las reglas de juego; la confrontación se decide en las urnas y quien gane, tendrá nuestro respeto y nuestro apoyo para que este país pueda seguir adelante, en la búsqueda de su futuro, fundamentado en unas instituciones sólidas y fuertes. Que todos los colombianos nos unamos en torno del vencedor, motivados para que el futuro de nuestra patria sea resultado del esfuerzo de todos.
Ya no seremos abordados en los sitios menos esperados, clubes sociales, baños, restaurantes, salones de clase, por algún caluroso amigo, o de pronto hasta enemigo, a preguntarnos por quién vamos a votar y a regañadientes atender reclamos y a exponer razones; ni volverán a las reuniones sociales los infortunados encuentros de palabra por la inclinación política, que ponían en riesgo la amistad de muchos años, en aras de la tendencia candente y ensoberbecida del momento. ¡Que descanso volver a la normalidad! A cenas tranquilas y charlas amenas sobre lo cotidiano, poder hablar tranquilamente, sin ofender a nadie.
Quedará sin presión la justicia para que averigüe qué paso con J.J. Rendón y los dos millones de dólares; qué hay en ello de cierto o de mentira. Para que coja, suelte y recoja el hacker y a sus empleados y los investigue tranquilamente, respetando todos sus derechos, sin apremios ni arrebatos. La señora del DAS continuará pagando su autoimpuesta pena antes de ser condenada: su destierro. No hay peor castigo que tener que salir huyendo de la patria. Que la política deje tranquila a la justicia, nuestro mayor anhelo de colombianos.
Y que sigan conversando en La Habana, sin presiones electorales. Ojalá que venga la paz y no la guerra; es lo que se merece Colombia. Faltan momentos muy difíciles en ese afortunado acercamiento. La mayoría de los colombianos está de acuerdo en querer la paz, pero también muchos odian a los guerrilleros por el mal que han hecho en el pasado y que aún persiste en el presente. La confrontación electoral ha polarizado aún más los ánimos; difícil se vaticina su participación en la política, que era un punto ya acordado; más difícil el tema de justicia transicional, pues otros tantos no aceptan sino verlos en la cárcel, nunca en el Congreso.
Cumplamos con la democracia, participemos en las elecciones del domingo, hagamos uso del derecho a elegir libremente, respetemos a los demás que tienen el mismo derecho y la libertad para hacerlo de acuerdo con sus convicciones, apoyemos la decisión soberana del pueblo, respaldemos al elegido y volvamos a la normalidad que en este país hay mucho por hacer.