JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR | El Nuevo Siglo
Jueves, 23 de Octubre de 2014

POLARIZACIÓN POLÍTICA

Dos años de negociaciones

Esta  semana se cumplen los dos primeros años de las negociaciones de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc en La Habana. Al igual que entre los mortales, nada para regocijo; “solo los necios celebran el volverse viejos”. Cuando comenzaron las negociaciones se puso un límite de un año; bueno ya van dos y la luz al final del túnel aún no se observa; por el contrario, hace poco escuchamos del líder de la guerrilla anunciar que en el próximo año no habría firma de la paz y lo mismo viene replicando esta semana un ilustre exministro experto en esos temas.

Que se ha avanzado, por supuesto no hay por qué negarlo; de los cinco temas propuestos, los relativos al desarrollo agrario integral, participación política, solución a las drogas, ya tiene acuerdos. Faltan los más difíciles, el tema de víctimas y su reparación, y la justicia transicional. Y como se acuñó en su regla de oro, nada está acordado, mientras todo no esté acordado. Los temas que faltan son difíciles de abordar, pues las Farc reclaman su condición de víctimas y no de victimarios, y además no piensan pagar un solo día de cárcel. 

La polarización política, que viene desde la anterior campaña presidencial y parlamentaria ha llevado a que un gran sector de la población, que también quiere la paz como la gran mayoría de los colombianos, mire con mucha desconfianza el proceso y esté de verdad creyendo que en La Habana se entrega el país a los guerrilleros, que no habrá castigo sino impunidad y que se negocia volver el terrorismo un delito político. La guerrilla ayuda muy poco, pues continúa cometiendo delitos y exabruptos por toda la República. Sus altos jefes se pavonean en La Habana, creciendo en número, con el beneplácito del Jefe de Estado y de la Fiscalía, bajo el pretexto de apoyar la negociación. Por supuesto, que desde allí siguen dirigiendo su confrontación con la sociedad colombiana.

Hasta  tal punto de gravedad llega la polarización interna colombiana alrededor del proceso de paz, que ya algunos  salieron a decir, que sin el senador Uribe no puede haber paz, como si el proceso de paz dependiera de un colombiano.  Indudablemente que ello es una exageración; pero la verdad es que sí le ha hecho daño al proceso el hecho que se haya convertido en el centro de diferencia política entre el gobierno y la oposición. El Presidente se ha dado cuenta de ello, un poco tarde, pero ha salido con un ramo de olivo a ofrecer diálogo para superar las diferencias y buscar zanjar los tales inamovibles que harían posible que la oposición respalde el proceso en lo que se viene, que sin duda es la parte más difícil. Hay silencio de la oposición, pero seguramente, con condiciones, dará una respuesta positiva. Lo que esperamos es que en el tema se dé una real unidad nacional en torno del proceso, puesto que se trata de un problema que atañe a todos los colombianos y resolverlo es crucial para la nación.