Izquierda y derecha frente al coronavirus | El Nuevo Siglo
Sábado, 18 de Abril de 2020

Esta semana, en Blu Radio, de Camila Zuluaga, se presentaron dos entrevistas muy reveladoras. Por una parte, se consultaron a notorias voces de la izquierda latinoamericana; de hecho, así se bautizó la sección y el samperismo colombiano, -con sus camaradas del gobierno de Lula y de Kirchner-, arengaron a discreción. Otra reveladora entrevista la ofreció el economista en jefe del Banco Mundial para América Latina, quien, como era de esperarse, contrapunteó exitosamente las nebulosas tesis del mamertismo internacional.

La socialdemocracia, en suma, sigue hablando de nacionalizaciones; repite el trasnochado discurso de la guerra de clases, ahora, acusando al sector financiero como si la defensa de los ahorradores no fuera con ellos; proponen que el Estado les compre todos los bienes a los productores y les pague la nómina a los empresarios. Por supuesto, la propuesta sobre el aumento de los impuestos resurge como el ave Fénix y, su deseo de agrandar el tamaño del Estado empieza a reverdecer.

El señor Martín Rama, del Banco Mundial, por su lado, explicó que la heterodoxia que exige el momento no debe llevarnos a asumir posturas irresponsables. En su propia entrevista insistió en que cada país debe revisarse particularmente y que mal harían los países pobres en emular las políticas de los ricos. Pero, principalmente, recordó que los recursos son limitados e insuficientes y que necesariamente hay que priorizar el gasto público.

El contraste no puede ser más evidente y el valor de las ideas políticas no puede ser más pertinente: la izquierda sigue hablando de deseos, de gasto, de expansión, del mundo ideal; en cambio, los conocedores, hablan de las dificultades y de la manera de superarlas.

El mundo se compone de personas y de hábitat y las personas tenemos intereses, deseos, esperanzas, sentimientos e ideas, por eso surgen tantas cosmovisiones y cosmogonías y todas ellas se van a poner a prueba ahora que termine esta pandemia.

En consecuencia, creo que no es tiempo de ocultar doctrinas o de prohibir creencias, ni mucho menos de satanizar propuestas. Todo lo contrario, es momento precioso para aflorar espíritus de libertad, de respeto a la diferencia, así como de profunda reflexión dialéctica. Y, para eso, se requiere honestidad intelectual.

Se demanda de la gente, además, abrir los corazones para la solidaridad y la mente para recibir ideas que cambien los paradigmas. Todo se va o se debería repensar, reformular y reconstruir. La política y la economía no deberán o no deberían escapar a esa realidad.

@rpombocajiao

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI