Pasan los días y en lugar de verse una mejoría en la seguridad, se observan un aumento de atracos, en muchos casos con pérdida de vida de por medio, substracciones en residencias y oficinas, robos de carros, muertes de campesinos y defensores de derechos humanos. Yo me pregunto; ¿hasta cuándo?
En mi caso concreto, han sido ya tres las ocasiones en las que, mientras me dirigía al norte de la capital, después del tercer puente de la autopista alrededor de la calle 200 y en medio del trancón que suele presentase en ese lugar, he visto cómo independientemente del número de pasajeros que ocupan los vehículos éstos son atracados a través de los pequeños orificios de las ventanas de sus vehículos. En muchos casos el robo se trata de carteras, joyas, celulares y pertenencias de los ocupantes. Pero ya el descaro llega hasta tal punto que se ha convertido en una práctica que se lleva a cabo en público, ante los ojos de todos los presentes e incluso de los gritos de desesperación de víctimas y los testigos que pitan de manera desesperada en búsqueda de notoriedad y acción policial. Aun así, los ladrones cumplen sus objetivos; algunos huyen corriendo y otros se retiran campantemente, caminando, sin temor a represalias porque tristemente ya saben que ser atrapados es una excepción a la regla.
La inseguridad está logrando incluso que los ciudadanos consideren abandonar el país. No puede ser que el Gobierno continúe sin poner orden en las instituciones responsables de la seguridad ciudadana. El robo de vehículos, el desmantelamiento de sus equipos mientras se encuentran estacionados en la vía pública se ha vuelto una práctica del día a día. Así es como se deterioran las condiciones de vida en las distintas ciudades de Colombia.
Adicional a ello está el abuso que tienen algunos agentes de tránsito al pedir y recibir el pago de coimas para evitar comparendos. Es tanta la inmoralidad a la que hemos llegado que de todas maneras se nos multa por una u otra razón: licencia de conducción, seguro obligatorio, revisión tecno mecánica del vehículo. Si todo esto está en regla se procede a exigir un extintor que si se tiene en el baúl da lugar a multa porque éste debe ir colocado dentro del vehículo; si no es por esta razón, si se procede tienen equipos de manos libres que al parecer están prohibidos también según estos agentes, y es esta otra razón para aplicar una multa. La explicación a esto es sencilla, en los países en los que estos dispositivos son utilizados hay valores éticos y las autoridades no se prestan para pedir o recibir dinero a cambio de absolver al ciudadano de una multa.
Tenemos que ser exigentes en la calidad de vida. A mayores impuestos, mejor calidad de vida, pero no, en nuestro país desafortunadamente vivimos otra cosa, impuestos que suman ya un 72% nos arrojan un deterioro cada día mayor. Hace tan solo cinco años leíamos en alguna encuesta que los colombianos vivíamos felices e incluso ocupábamos una posición importante. Hoy, con una encuesta similar realizada en las ciudades latinoamericanas, podemos ver como ocupamos uno de los últimos lagares.
Defendamos y exijamos que no abusen de nosotros y que los impuestos que pagamos los veamos representados en obras y calidad de vida. Si no es así, cada día con la corrupción a la que hemos llegado en nuestras instituciones, tendremos un país inviable para nuestros hijos y descendientes.