Las preocupaciones de los colombianos de cara a las próximas elecciones locales giran en torno a dos problemas puntuales: La inseguridad y el desempleo. En ese orden. El primero de los temas es el que más aparece en los sondeos de opinión y en todos los estratos.
El problema es tan grave que ha alcanzado incluso a ciudades intermedias que antes eran verdaderos paraísos de seguridad o en los que por lo menos era común oír decir a sus gentes que “aquí no pasa nada”. Fusagasugá, por ejemplo, que hasta no hace mucho ni figuraba en los índices de criminalidad, hace poco alcanzó notoriedad por el asesinato en medio de un atraco de la esposa de un artista. Pero hechos de la misma naturaleza han ocurrido en Honda, en Girardot o en Neiva. Hay pocas ciudades o localidades medianas que se salven de hechos de ese tipo.
El uso de motocicletas y de armas blancas o de fuego es normal en los ataques que sufren los ciudadanos que casi siempre son despojados de sus teléfonos celulares o de sus mochilas y maletines de mano. Y no hay hora, ni lugar, en el que uno esté a salvo. Hace poco, el periodista Ricardo Ospina de Blu Radio denunció que fue víctima del hurto de su celular en la calle 127, cerca de la carrera 15 en Bogotá, a las 5 de la tarde, por dos sujetos que se movilizaban en motocicletas, lo amenazaron con revólver para hacerlo bajar el vidrio de la ventana y robarle su aparato telefónico.
Aquel consejo que otrora diera Gustavo Petro y que le generó críticas y burlas, parece estar convirtiéndose en un destino fatal de los bogotanos, no se puede usar el celular en la calle…ni en el carro, ni en el transporte público. Y frente a semejante panorama, las ofertas de solución por parte de los candidatos no se destacan por su imaginación.
Todos a una ofrecen medidas generales, más reactivas que preventivas. Más cámaras, más policías e incluso han llegado a ofrecer más Fiscales, una decisión que escapa a su competencia funcional. Nadie ha presentado un estudio serio que nos explique a los ciudadanos, por ejemplo, a qué se debe el incremento del uso de armas de fuego en los atracos callejeros. Esa situación tiene alguna relación con los diferentes procesos de desmovilización de guerrillas y paramilitares? Hay alguna manera de controlar o prevenir el uso de motocicletas para esa actividad criminal que no sea la ya comprobada inutilidad de prohibir los parrilleros?
Los candidatos no parecen estar considerando los nuevos (bueno, ya no tan nuevos, OEA 2003) conceptos de seguridad multidimensional que incluye el terrorismo, el crimen organizado, la ciberseguridad, los desastres naturales y, dos conceptos que a muchos les choca citar, pobreza extrema y exclusión social.
En Bogotá y en las otras ciudades, la desocupación de los jóvenes, no necesariamente el desempleo, es uno de los combustibles de la inseguridad. Es deber del Estado ofrecerle a todos esos muchachos y muchachas algo mejor para ocupar su tiempo libre que simplemente “parchar” en las esquinas a merced de las malas compañías.
@Quinternatte