A quienes piensan que ya pasó lo peor, que ya pueden salir a la calle con cero “Kosto”, si aún no se han arrepentido de sus pecados y desaprovecharon para ello la Semana Santa que ya pasó -y quién sabe si la otra llega- les recomiendo que lo hagan. No sólo son las inexorables aves de mal agüero que dijeron que el año bisiesto era siniestro y la aparición de estos inéditos idus de marzo, cual arúspice, reeditando, a punta del Covid-19, el magnicidio del César, lo que tornó en malo un mes que era de buen augurio y ahora nos llevó a todos a meternos debajo de la cama. Y tampoco creyeron en el audio de una monjita Sierva de la Caridad explicando la visión que tuvo el Jueves Santo, en que la Virgen María se le reveló y le dijo que “Jesús está enojado con la humanidad” y la remitió a Fátima 1917, camándula en mano.
Las señales siguen brotando, no de las aves descuartizadas, como en Roma, sino de las entrañas de la tierra, lo que nos invita a no ser incrédulos: temblores, plagas alborotadas de langostas, que eran exclusividad de África y anunció el Nuevo Siglo el 30 de junio que la FAO había advertido de la aparición de ellas en Paraguay, para instalarse en Argentina y empezar a subir por el mapa; y apareció otro bicho, el avispón gigante asiático, del que tuvimos noticia hace un par de meses y cuyo platillo preferido son las abejas, sin las cuales moriría la polinización y con ella la agricultura, y últimamente nos ha visitado las partículas de las arenas del Sahara, que dizque llegan cada año pero nadie lo sabía, hasta ahora.
Es que mi Diosito nos ha aguantado muchas trastadas en aras de la libertad absoluta que nos dio: se tragó a esos esperpentos del demonio de creación humana como Calígula, Nerón, Hitler, Stalin, Idi Amín, al sátrapa de Maduro, y se ha tragado a Petro, de quien acaba de decir Fico que “es el Coronavirus de la política, pues por donde pasa deja estragos”.
Y se ha aguantado la deforestación irracional, la contaminación del aire y del agua, la corrupción y criminalidad desbocadas, la conducta miserable de soldados “irregulares” copiando prácticas “regulares” de guerrilleros y paracos, abusando de niñas emberas y no emberas y se ha tragado costumbres ancestrales de tal comunidad y de otras “culturas incultas” en 30 países de África, Oriente Medio y Asia, que hoy victimizan a unas 200 millones de jovencitas, consistente en mutilación genital -ablación- práctica inhumana, cruel e infamante, que combina varios tipos penales, pues toca la integridad y autonomía personal, lesiones personales y la tortura, conducta aquélla perversa que debería quedar desterrada y proscrita de la faz de la tierra -porque ninguna cultura ni ritual religioso puede abrigar la infamia- y sus autores materiales condenados al infierno, antes de que el Señor Dios se enoje definitivamente y declare la cosa juzgada.
Post-it. Trascendió en Pereira Rodrigo Gómez, gran hombre, gran conservador, quien ocupara importantes cargos. Paz en su tumba.