¿Humanos? | El Nuevo Siglo
Martes, 26 de Junio de 2018

La humanidad parece estar recorriendo un camino contrario al que nos trajo hasta lo que hoy llamamos civilización. El amor al prójimo, la consideración por el otro o la caridad cristiana, y, en fin, los derechos humanos y las luchas por la libertad y la democracia con que se supone se construyó la cultura occidental judeocristiana están claramente en retroceso.

Los Estados Unidos de América que se enorgullecen de ser un país de inmigrantes y que reivindican ese como el origen de su grandeza como nación, ahora parecen renegar de su origen. Desde el mito fundacional del “Mayflower” del que todos los estadounidenses presumen algún tatarabuelo suyo desembarcando de ese buque hasta el de los cientos de miles de historias que cuentan en Ellis Island, todas las historias de ese país son de inmigrantes. Gente que salió de sus países originarios huyendo de la persecución religiosa o simplemente del hambre, fue acogida en los Estados Unidos. Pudieron trabajar, establecerse y criar a sus hijos. Esos mismos hijos de inmigrantes son los que ahora dirigen, desde la atalaya de sus altos cargos o desde el poder de cualquier cargo estatal o federal, la política anti inmigrantes que criminaliza el puro y simple hecho de la inmigración ilegal.

La separación de las familias y el terrible espectáculo de los niños hijos de inmigrantes enjaulados como animales y al cuidado de guardias estadounidenses, es una vergüenza no solo para los Estados Unidos de América sino para la humanidad.

Esa deshumanización no se ve solo en esa política antiinmigrantes del gobierno republicano de Donald Trump. En Israel recientemente se vieron, otra vez, imágenes aterradoras del uso de violencia indiscriminada contra niños durante las protestas contra la apertura de la embajada estadounidense en Jerusalén. Los israelíes todavía insisten en reclamar el derecho de sus francotiradores a disparar contra esos peligrosísimos niños que con una honda y una piedra amenazan la seguridad del Estado israelí. Europa tampoco es la excepción. Matteo Salvini el primer ministro italiano, contrariando todos los compromisos internacionales de su país, decidió negarle el derecho de atraque al “Aquarius”, un barco repleto de inmigrantes a quienes Italia, la misma Italia que llenó el planeta con su diáspora, condenó a una muerte segura, de no ser por el Presidente español que les permitió desembarcar en Valencia.

Así vamos como humanidad. La solidaridad o la simple empatía con el débil y desvalido ya no existen. En Colombia, por ejemplo, la tragedia diaria del asesinato de líderes sociales ya ni siquiera salta a las páginas de los periódicos, tal vez para no afear el paraíso del presidente electo.

En contraste en los Estados Unidos todavía la prensa es capaz de tener imágenes tan simbólicas y fuertes como las más recientes portadas de Time y el New Yorker. La niña aterrorizada llorando frente a la fría mirada de Trump en la primera, y los cinco niños aterrados buscando protección en los pliegues del manto de la Estatua de la Libertad, en la segunda, muestran que la prensa libre siempre es la última trinchera de la democracia.

@Quinternatte